De quien coge la riendas de su propia vida, siendo fiel a sus principios y valores. Un sentido de la responsabilidad que le lleva a aceptar sus propios límites sin necesidad de maquillarlos ni ocultarlos.
Vivir en verdad desde la autenticidad te empuja a buscar, a preguntarte, y buscar honestamente más allá de uno mismo. Nos impulsa a una aceptación lúcida de uno mismo, que es la que nos permite ser más espontáneos y mostrarnos tal y como somos, sin renunciar a nuestros deseos más profundos.
Nuestro enemigo es, por un lado la superficialidad, que no nos deja ir al fondo de las cosas, plantearnos preguntas, buscar respuestas, ni centrarnos en lo importante. Esto favorece esa dispersión que nos lleva a buscar desesperadamente algo nuevo a estrenar, experimentar, comprar,... Por otro lado hay quien se refugia en el legalismo, pues le aporta una seudo-seguridad que le impide afrontar los miedos que no nos dejan ser uno mismo y tomar nuestra vida en nuestras manos.
Nadie dijo que ser uno mismo fuera fácil, pero si no ponemos los medios adecuados, hacemos de lo cotidiano un laberinto insoportable. Así pues, ¡manos a la obra!, y no malgastemos la vida. Gracias.
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