
Incluso en los lugares más inhóspitos, asoma con naturalidad esos signos de vida y bondad, que necesitamos para recuperar la confianza en unas relaciones distintas. Esas relaciones que son capaces de devolver la dignidad y un horizonte más humano y justo.
¿No lo notáis?¿No lo veis? El reino de Dios está dentro de cada uno de nosotros, abriéndose huevo con esa bondad, y así, pueda traducirse en gestos, presencias, miradas, que devuelvan la esperanza en otro horizonte donde todos tenemos un sitio. Son muchos testigos anónimos los que se empeñan cada día y hacer posible unas relaciones nuevas. Con los de cerca, con los de lejos, con los conocidos, y también con los desconocidos tenemos mil oportunidades para ofrecer lo mejor de cada uno de nosotros, haciendo así mejor la vida de quienes nos rodean, y así, hacemos reino. ¿Te apuntas?
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