miércoles, 9 de marzo de 2016

¿SALVADOS?

Realmente, ¿de qué? ¿De la guerra que destroza la vida de cientos de miles de familias?¿Del éxodo al que se ven obligados?¿De los peligros de una huida incierta?¿De los engaños y abusos de las mafias?¿Del rechazo de quienes nos sentimos amenazados?¿De la indiferencia e insensibilidad de los gobiernos europeos?... ¿Salvados de qué?
Hay una lección que se nos escapa. Somos torpes y duros de mollera. Nada como el deseo de preservar la vida puede mover a tantas personas y con tanta fuerza, hasta la extenuación. Nada como la vida, a la que todos tenemos derecho, puede impulsar a familias enteras a ponerse en marcha, sin calcular distancia, ni coste , ni riesgos; y buscar ese espacio seguro y digno que tanto necesitan. No caemos en la cuenta, que mañana te puede pasar a ti, a mí,... Es entonces cuando sentimos el peso real de la vida y las dinámicas internas que nos impulsan a preservar y defender todo lo que más amamos. Nuestros hijos, hermanos, esposos y esposas,...
Frente al caos y desconcierto generado sin saber qué hacer, ni como responder a este drama humano. Frente al miedo y el rechazo provocado por quienes no quieren afrontar con profundidad este grave problema... A nosotros ciudadanos de pie, nos queda mucha tarea por hacer. Apostar por la vida por encima de todo, y recordarnos que la persona es lo primero.
Ante la insensibilidad de nuestros gobiernos e instituciones, no te calles. Manifiéstate, ofrece tu apoyo a quienes quieren ayudar al problema. Protesta en las redes sociales, y busca formas alternativas hacer presente a quienes sufren unas condiciones inhumanas.
Antes el miedo y el rechazo, de esta gran marea humana, acércate y conoce. Ponte en lugar de esas familias, infórmate del conflicto, y piensa que mañana te puede tocar a ti. 
Ante el sufrimiento desmedido de quienes lucha por sobrevivir, busca formas de solidarizarte, gestos , acciones, que visibilicen tu apuesta por la vida. 
Hay tantas cosas de las que necesitamos ser salvados. Abramos los ojos, las manos, el corazón, y sobretodo, nuestras puertas. Son ellos, precisamente ellos, los más amenazados, quienes nos enseñan lo que es la pasión por la vida. No perdamos oportunidades. 

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