Donde todos vemos la botella medio vacía, hay quienes la ven medio llena, ¡y es la misma botella! ¿Y dónde está la diferencia?La clave no está en la botella. No está en lo de fuera, ni en lo que nos sucede, por duro que sea.
La clave está en la mirada, en nuestra forma de ver, de acercarnos a lo que nos pasa y nos rodea. Desde donde miramos. ¡La botella es la misma!
No se trata de tener una gran mirada analítica, que nos permita estudiar todos los puntos de vista, que nos posibilite emitir un juicio de valor acertado. No se trata de tener razón, y aportar cien mil argumentos que nos permitan atrincherarnos en nuestra verdad... que por muy cierta que sea, nos distancia, nos separa, y nos hace levantar otros cien mil muros que no nos dejan ver al otro en su verdad. La razón, no nos lleva más allá.
Se trata más bien de conmoverse.Un ejercicio de salir de uno mismo que nos posibilita conectar con el sufrimiento del otro, dejando a un lado argumentos, razones, ideologías, opiniones, creencias, ... y acoger a la otra persona tal y como está. Una mirada así nos pone en movimiento, nos hace salir de nuestra zona de confort (estatus, creencias,...) y nos conecta con sus heridas, deseos, necesidades, y reconocerle como ser humano, como un igual. Una mirada así, nos ayuda reconocer en un extraño a un hermano.
Una mirada así al mundo que nos rodea y a las personas que sufren, que no son capaces de ver su botella más que medio vacía; es lo que hace posible ofrecer esperanza a quien no encuentra argumentos para tenerla.
Esto solo es posible, cuando conscientes de nuestra propia debilidad, nuestras entrañas se conmueven por quienes se sienten más tirados y olvidados. Es ahí cuando nuestros gestos, nuestras palabras pueden ir de su mano, ofreciendo una mirada distinta, más humana, y más profunda.¡ Ánimo!, la tarea es ardua pero urgente. Feliz semana.
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