lunes, 27 de enero de 2014

CONTRA EL OLVIDO...

Una forma sutil, discreta, de mirar a otro lado. Una forma de desentendernos de aquello que intuimos nos puede complicar la vida y comprometernos. Ese olvido selectivo, que como si se tratase de un vídeojuego, nos pasa a una pantalla nueva, dando por superado el nivel anterior...
Pero lo que sucede, es que el nivel anterior, en realidad, está pendiente de superar. Miramos al conflicto de Siria como algo lejano, que no nos toca de cerca, como que no va con nosotros. En ningún momento se nos ocurre pensar que pudiera ser nuestra casa bombardeada, ni mis hijos obligados a salir despavoridos a un campo de refugiados, sin agua corriente, sin luz, ni por supuesto calefacción. ¡Eso siempre les toca a otros!... 
Pero, ¿y si fuesen nuestros hijos? El olvido nos puede hacer cómplices de las mayores injusticias, y hace crecer nuestra indiferencia ante nuestros hermanos los hombres.
¿Qué hacer contra el olvido?
1. Estimular nuestras neuronas espejo. Hacer un ejercicio real de empatía y ponernos en lugar de las miles de familias rotas, obligadas a huir de sus hogares, a combatir por sobrevivir, hundidas en la más absoluta desesperación frente a la indiferencia de la "comunidad" (¡vaya palabrita!) internacional. Esto nos ayudaría a buscar información, a mantener el interés por el destino del pueblo sirio, a informarnos de iniciativas existentes, de ayudas necesarias, de.... Pero es más fácil olvidar.
2. La implicación. Está reservado a quienes son conscientes que mañana me puede tocar a mí, y necesitar de ese apoyo internacional que hoy escatimamos al pueblo sirio. La implicación requiere dejarse afectar y que por poco que pueda hacer, siempre será mejor que no hacer nada. Tomar iniciativas sencillas, en casa, en el aula, en las redes sociales, ... sumarse a iniciativas  mayores de apoyo al pueblo sirio,... y no alimentar nuestra indiferencia con nuestro olvido.
3. Poner cara y voz a las víctimas del conflicto, a quienes sufren en silencio y en el olvido las consecuencias de un conflicto cruel y despiadado. Hacer memoria de quienes valientemente sortean cada día calamidades impensables para nuestra situación privilegiada. ¡Ojala! tengamos la valentía de presionar a nuestros gobiernos e instituciones a promover la acogida de quienes solicitan asilo, superando recelos y burocracias.
4. Com-pasión. Esa capacidad de padecer con otros, que al estilo de Jesús de Nazaret, nos ayude a conectar con sus deseos y esperanzas, y ofrecer esos gestos y palabras oportunas que más están necesitando. Esa compasión que nos acerca a su realidad, y nos permite hacernos cargo de la dureza de la situación que les toca vivir cada día. 
Podemos olvidar, ¡es cierto!, pero también quedan muchas cosas por hacer. Así pues, ¡manos a la obra! Gracias

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