Percibir que uno está por hacerse, que no es completo.
Ser consciente de la propia deformidad, que distorsiono mi propia realidad, y lo que es peor, la ajena.
Reconocerme vulnerable, frágil, limitado, convirtiéndome en objetivo fácil de mi mismo, mi principal enemigo, y de quienes prefieren vivir de la imagen, lo aparente.
Es lo que me permite descubrir, a tantos que se acercan a mi ofreciendo lo mejor de si mismos, acariciando mi vida, curando mis heridas, y dándome a conocer esa parte de mi que aún no conozco.
Dejarse moldear..., todo un arte, una responsabilidad, una llamada, que nos hace accesibles, y nos enseña a acercarnos al otro como algo sagrado. Gracias a todos.
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