Estamos muy acostumbrados a marcar las diferencias, es lógico en "la pecera" tan competitiva en la que nos metemos, "distinguirnos" en , por algo,... yo mismo me he visto envuelto en esta dinámica.
Pero si simplemente, nos moviéramos por amor a nuestros semejantes en nuestro trabajo, familia o barrio... entonces en ese sencillo ejercicio cotidiano de acoger, perdonar, valorar, aceptar,... descubriríamos que nuestra pecera se haría cada vez más grande hasta romperse, y como si de un nuevo parto se tratase, nos veríamos abiertos a más personas y sus preocupaciones. El acercamiento al otro nos favorece experimentar esos lenguajes comunes, que lejos de marcar barreras, nos hacen sentirnos hombres y mujeres queridos; da igual de que país, religión, orientación o profesión. ¡Cuántos hombres y mujeres de bien andan por el mundo!, sembrando esa bondad que todo hombre esconde en su interior.
¡Gracias a la Familia Lasaliana del encuentro del taller de interioridad de San Asensio!, que durante diez días hemos compartido búsquedas y lazos!
Un lenguaje común, el amor, porque el proyecto es de todos. Acojamos con sencillez este reto, el que no está en contra, está a favor nuestro. (sobre Lc 9, 46-50)
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