sábado, 23 de octubre de 2010

¡ÚLTIMAS OPORTUNIDADES!

¿Quién no ha deseado alguna vez que le dieran otra oportunidad?¿Quién no ha sentido el peso de la responsabilidad y tristeza de haberla fastidiado, de haber decepcionado a un ser querido, a un amigo,...?¿Quién no ha deseado alguna vez, empezar de cero, recomenzar, reanudar esfuerzos,...?
Cuando experimentamos que alguien confía de nuevo en nosotros, dándonos una nueva oportunidad, cuando sentimos que dan la cara por nosotros apuestan de nuevo,... tiene un efecto revitalizador de suma importancia. 
No es algo común. En nuestra cultura todo se mide por los frutos, resultamos, te lo mereces o no, según éstos. El mérito y lo retributivo, juegan un papel clave en las relaciones, personales, familiares y profesionales. Lo tenemos tan integrado que nos sale muy espontáneo, casi sin pensar. ¡Qué poco nos gusta dar últimas oportunidades! Pensamos que nos quieren engañar, que son unos caraduras, o unos vagos. ¡Qué se lo curren!
Pero nos olvidamos que el Evangelio no es así. Jesús de Nazaret es el principal especialista de las últimas oportunidades. Con sus palabras, sus gestos, su acompañamiento va promoviendo un estilo de relaciones construidas favoreciendo últimas oportunidades... ,la penúltima, en la cruz , al ladrón arrepentido. La dinámica del evangelio promueve la gratuidad y la paciencia como dos elementos claves en la construcción de relaciones más humanizadoras. 
Nosotros como educadores menesianos, estamos llamados a ser educadores de últimas oportunidades, ¡nunca es tarde!, ¡siempre es posible!, animado a ese último esfuerzo que haga posible sacar lo mejor de uno mismo. Tratar a cada alumno/a de tal manera que despierte a una nueva conciencia de si. Eso solo se puede hacer queriendo (la pólvora está inventada, también en educación), con condescendencia y confiando en sus posibilidades. 
Por lo demás, sé que la última oportunidad será para mí. Soy terco y de dura cerviz. Pero como cada día, cuento con su compasión. Gracias

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