martes, 26 de octubre de 2010

MIRANDO DE FRENTE A LA VIDA

Acostumbrado tanto a mirarnos a nosotros mismos, corremos el riesgo de acabar con una mirada limitada, recortada, que no nos permita ver más allá de nuestro propio ombligo. Esta mirada, ciertamente atrofiada, puede llevarnos por los caminos intrincados de la autocompasión, el victimismo, el disfrute sin límite, el deseo desenfrenado de la fama,... todos ellos, y otros muchos más, no hacen más que hacernos pensar que somos el centro del universo.
Es necesario, levantar nuestra mirada, y percibir todo lo que acontece a nuestro alrededor, sentir  a quienes están cerca de nosotros, sus preocupaciones, sus penas, sus dolores, ¡y como no!,  sus alegrías. Salir de uno mismo, y descubrir toda la vida que se nos regala en el otro.
Mirando de frente a la vida, no solo aprendemos a aceptar mejor lo que nos pasa, sino que somos capaces de acoger otras experiencias ajenas a las nuestras, nos hacemos más sensibles a mundo, los acontecimientos que pasan,... y entonces, sólo entonces, empezamos a sentir llamadas, invitaciones, propuestas,... a aportar todo lo bueno que llevamos dentro, ¡que es mucho!.
Hay quienes mueven los pies, y cambian corazones.
¡Gracias!, Víctor
Todos tenemos problemas, pero el número escandaloso de familias rumanas expulsadas de Francia, o el brote de cólera que se ceba, con la ya mal herida, Haití, o la cantidad de menores que se ven atrapados por las redes de proxenetas, o los menores que sufren vejaciones y malos tratos en sus casa, por aquellos, de quienes solo debieran esperar cuidados y cariño... me hace pensar que mis problemas son insignificantes, ridículos, secundarios, ... y que en el orden de las cosas naturales, hay prioridades que uno debiera ser consciente. 
Podemos tirar la toalla y pensar que no hay nada que hacer. O podemos coger la toalla, y buscar de forma creativa, las múltiples formas de servir, y de responder a los retos que vamos descubriendo. Estimular el reconocimiento, la valoración, la acogida, la cercanía en el trato, la aceptación de las diferencias, la solidaridad de los bienes, compartir nuestra mesa, o simplemente "perder" nuestro tiempo en favor de quienes más lo necesitan, pueden ser actitudes potentes que nos impulsen a mirar de frente la vida. Gracias

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