jueves, 4 de noviembre de 2010

APOSTAR POR LO DÉBIL (Tercera entrega)

Cuando uno es consciente de su propia debilidad, contradicciones, incluso miserias... y es capaz de aceptarlas como propias, se va haciendo más capaz  de ser más condescendiente con las ajenas.
Apostar por las personas que queremos, a las que dedicamos nuestra vida, requiere de nosotros esa mirada comprensiva y misericordiosa de sus debilidades, que nos hace capaces de acogerles tal y como son y favorece que salga de ellos lo mejor de sí mismo. Sí, apostar por lo débil, estimula la mejora, la aceptación y el cambio que conlleva un conocimiento honesto de uno mismo. Situarse con respeto ante la debilidad propia y ajena, nos dignifica, nos hace humanos y nos recuerda que somos en la medida que aprendemos a amarnos como somos.
En mi tarea educadora dedico tiempo, esfuerzo y profesionalidad en favor de aquellos alumnos que están menos motivados, que sienten que no tienen nada que aprender, que no se valoran, que necesitan llamar la atención para sentirse vivos... Los frutos son siempre menos que los que uno desearía, los malos momentos más de los que a uno le gustaría, pero las pequeñas  victorias que se obtienen saben a gloria: alumnos que aprenden a valorarse, que dominan su impulsividad,  que descubren que son capaces de empezar y terminar algo, que se sienten queridos, que son contratados por una empresa, que sonríen, que se reenganchan en el sistema educativo haciendo un Grado Medio, ... 
Apostar por lo débil, nos recuerda que siempre hay esperanza. Que la vida se esconde donde menos se espera.Que confiar tiene un efecto multiplicador, que sólo los ingenuos (los limpios de corazón), serán capaces de experimentar.
Apostar por lo débil, requerirá de nosotros, como si de una tienda de campaña se tratase, sencillez, no hacer ruido, y apenas herir la tierra que tocas (los chavales), porque son sagrados. Gracias.

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