No se trata de convencer, ni de embaucar, estamos, quizá, necesitados de palabras, que toquen nuestro interior, iluminen nuestras sombras y animen nuestras ganas de seguir día a día hacia delante.Palabras, que no palabrería, palabras acompañadas de gestos.
Hoy quisiera recordarme a mi mismo, que no hay herida que no pueda sanarse: "Dios sana porque nos acepta", nos libera de todo lo que en nuestro interior nos puede empequeñecer, paralizar o culpabilizar. En Jesús, nos ofrece una mirada reconciliadora, que nos enseña a perdonarnos a nosotros mismos, a acoger lo gratuito y nos recuerda que podemos caminar cada día con nuestras fragilidades.Busquemos cada día esas palabras que pueden ofrecernos ese ánimo y empuje para caminar. Pero también aprendamos a ofrecer nuestra palabra, sincera y honesta, profunda y de sentido, a quien tengamos a nuestro lado.
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