domingo, 6 de febrero de 2011

EL ATREVIMIENTO DE SER IMPERFECTOS

Agotados de querer ofrecer constantemente nuestra mejor imagen, nuestro rostro más amable, nuestras mejores cualidades, ... tenemos la oportunidad de aceptar nuestra propia mediocridad, nuestros límites y fragilidades, que lejos de dejarnos en mal lugar, nos recuerda, primero a nosotros mismos, y luego, a los demás, que somos humanos.
Reconocernos imperfectos, nos abre a una relación más auténtica con los otros sin disimulos ni ocultamientos, ofreciéndonos  con naturalidad, tal y como somos. Por otro lado, nos abre también a la acción Dios, de quien tenemos la certeza que nos acoge así, y no de otra manera, regalándonos un amor que no entiende de  medidas. Cuando tenemos el atrevimiento de ser transparentes y aceptar nuestras fragilidades y nos dejamos querer así, logramos que brillen nuestras buenas obras, y  sean luz y sal para quienes conviven con nosotros. 
No hay que ser perfectos, simplemente estar dispuestos a ofrecer lo mejor de cada uno allá donde vayamos. Con sencillez, sin artificios ni arrogancia, conscientes de quienes somos: seres amados esféricamente, por todas partes. Buena semana y gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario