La rivalidad, el poder o el prestigio van empujando a la necesidad de marcar las diferencias y tenerse que preguntar uno ¿quién es de los nuestros?
Hoy recibimos una gran lección de humildad y unidad del Evangelio (Mc 9,38-40). Una respuesta contundente, que debiera hacernos sentir vergüenza, a todos los que en algún momento, hemos podido utilizar la religión como un instrumento para marcar las diferencias.
No nos cerremos a las semillas de bondad, que se reparten por el mundo y que desde opciones muy distintas a las propias, políticas, religiosas, de vida,... son testigos de su apuesta por el hombre, su dignidad y felicidad. ¿Acaso el Evangelio de Jesús quiere algo distinto?

Solo una mentalidad así, nos hará crecer en diálogo y reconocimiento del otro distinto, humano y también hermano. Pidamos perdón por nuestros exclusivismos y rivalidades absurdos, que poco tienen que ver con el Evangelio, por todos aquellos gestos que nos han impedido reconocer y acoger la bondad de Dios que se nos regala en lo inesperado.
Hagamos un homenaje a tantos hombres y mujeres, que son testigos de esa bondad y que hacen posible el milagro de la vida en tantos rincones de nuestro planeta. Sencillamente, reconozcámoslo, acogámoslo y agradezcámoslo, son semillas de bondad. Gracias.
Querido amigo Nacho, que razón tienes, cuantas guerras en nombre de Dios se han emprendido y no en defensa del hombre, hace poco lei una frase que venia a decir que se lucha por la defensa de una religión, pero no por practicarla.
ResponderEliminarAcabo e visionar un enlace que tienes en tu blog el de Los Rieleros del Norte: Atu lado y es muy bonito.Recibe un gran abrazo y te iremos a ver pronto. Pepe
Gracias, como nos recuerda la 1ª Carta de juan quien dice que ama a Dios y no ama a su hermano es un mentiroso... solo hay un camino el respeto al hombre...
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