
¿Qué prestigio buscamos? Como centros educativos cristianos ¿Qué valores dejamos traslucir con nuestra manera no solo de gestionar, sino de educar?
Tenemos que estar despiertos, atentos y críticos para no dejarnos deslumbrar por los reconocimientos; y no ahogarnos en una búsqueda de prestigio vacío de sentido, donde solo busquemos la supervivencia de una institución, por grande e importante que sea.
Nuestros centros educativos de inspiración cristiana, debieran buscar el prestigio, sí, pero el del evangelio. El que se obtiene por apostar por los últimos, el que pone los mejores medios para recuperar a los peores alumnos, el que apuesta por una motivación y formación del equipo de educadores, que les permitan saber estar, acompañar y enseñar a todos los alumnos. Centros que no sólo luchan por el bilingüismo, sino por las programaciones cuidadas y adaptadas, la acogida de los inmigrantes en sus aulas, aún en perjuicio de la rentabilidad, donde sus resultados hablan de la recuperación de los últimos, y de un trato cercano que marca a nuestros alumnos/as para siempre.
Es ese prestigio que se gana día a día en los pasillos y en las aulas, ofreciendo esa amistad desinteresada en el acto educativo, donde le decimos con nuestra dedicación, paciencia, y profesionalidad, "tú también eres amado".
Es el prestigio que te da el no dejarte llevar por las generalizaciones, ni prejuicios, ni etiquetas. Es el prestigio de querer a tus alumnos/as, de escucharlos, de perder el tiempo con ellos, pedirles perdón cuando te equivocas, de saber empezar cada día de cero,...
Cuando esto existe, apostar por un modelo de gestión EFQM, mutiplica sus efectos. Pero sino existe, el modelo no te lo da. Tendremos sello. Pero para el reino, que es lo que importa, perdemos el tiempo.
Me siento afortunado por cada uno de los años que he podido trabajar con y por los jóvenes en situación de desventaja, primero en Garantía Social, a ahora en los Programas de Iniciación Profesional Inicial (PCPI). De ellos he aprendido a ser mejor educador y les debo mucho de lo que soy ahora. Gracias.

No tengamos miedo a las decisiones difíciles, incluso al rechazo, si es por dar la cara por los últimos, los pequeños, los que nadie quiere. No hay mejor prestigio que este. Gracias.
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