No es necesario buscar lo extraordinario. Podemos aprender de lo cotidiano y descubrir de las pequeñas gestas, esos "signos" que nos hablan de ese mundo diferente que se va tejiendo. Infinidad de lazos, que no nudos, que hacen de los encuentros, regalos cargados de vida, ¡auténticos milagros!.
Cincuenta años de fidelidad vocacional como hermanos (¡gracias! Gil y Javi), la vinculación a la Congregación de laicos (Ana Mª, Raúl y Mónica), que siente y vinven las intuiciones menesianas, forman parte de esas vidas compartidas que son un auténtico regalo.
Ellos nos recuerdan que ofrenciendo lo mejor de cada uno, hacemos realidad ese milagro de compartir lo que somos y tenemos, abriendo la puerta a hacer de nuestro mundo, un lugar más habitable.
Podemos percibir nuestros miedos y resistencias, podemos sentir nuestros cansancios y fragilidades, pero no importa, Él lo hace posible. Este Dios, que nos bendice cada mañana, y nos alienta en nuestras luchas, nos sostine. En Jesús descubrimos que la vida se regala a manos llenas, para quien confía y se deja alcanzar por su amor.
¡Gracias!, sí, gracias a todos los que confiais y dais un paso al frente, a quienes dais sin esperar nada a cambio, a quienes ofreceis lo que teneis, reconociendo la propia pobreza, a quienes miráis más allá de lo superficial, a quienes os comprometeis con la realidad que os rodea, ¡gracias!
Reconozcamos la vida que se nos da, celebremos la vida que se nos regala, y ofrezcamos la vida que brota de nuestro ser más profundo.
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