domingo, 25 de septiembre de 2011

YO NO SERÉ DE LOS PRIMEROS...

Lo tengo claro, por delante de mí, la cola casi interminable de los desheredados de la tierra. Nos guste o no, nos sorprenda o nos parezca incomprensible... ellos han sido, son y serán siempre los preferidos de Dios. A los demás, nos queda aprender de ellos, de su lucha por superarse y sobrevivir, de saber empezar de nuevo cada día, de saberse que no son perfectos, y sobretodo, de confiar que el amor rompe barreras antes infranqueables.
El evangelio de hoy (Mat 21,28-32), nos plantea un dilema mucho más cotidiano de lo que parece. ¿Vivimos desde la apariencia o desde nuestras opciones internas?¿Qué mueve nuestro corazón?, ¿quedar bien, disimular, que no se note? o ¿vencer nuestras resistencias y dejar que  nuestras opciones muevan nuestros actos?
En el fondo de estas cuestiones lo que se nos  sugieren es si vivimos de fuera a dentro, en el mundo de las apariencias, o de dentro a fuera, desde nuestro interior, opciones o nuestra esencia más profunda.
No nos engañemos, el mundo de las apariencias nos es muy familiar. Quedar bien, ofrecer buena imagen, adular (hacer la pelota), actuar como que aquí no ha pasado nada, ... nos mete en la dinámica en la que no somos nosotros mismos, no pone en juego nuestras capacidades, y nos va convirtiendo en personas huecas, inconsistentes, sin recursos para afrontar los conflictos cotidianos más sencillos. Por extraño que parezca, hay quienes prefieren dejar las cosas como están, para haber como quedan..., sin cuestionarse ni dejarse cuestionar. En éstos, hay un miedo atroz al cambio, aferrándose a puras normas y una estética, que poco tiene que ver con la vida, el sentido, la superación,...
¿Qué cuenta realmente en la vida?... Lo que vivimos en lo cotidiano, las opciones que somos capaces de renovar cada día. Nuestros gestos de amor, servicio y disponibilidad. Nuestra capacidad de aceptar nuestros errores y perdonar a quienes nos ofenden,... esos actos cotidianos sembrados del amor de Dios, que hace creíble, a pesar de nuestras pobrezas e incoherencias, nuestra apuesta por el proyecto de Jesús de Nazaret. Pasad buena semana y gracias.

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