Hay quienes se atrevieron, mucho antes que nosotros, a soñarnos de una manera muy diferente... Ellos fueron los que ofrecieron una imagen muy distinta a lo que está llamado el ser humano... Hombres y mujeres de diferentes confesiones, sensibilidades e ideologías, que compartieron, casi sin saberlo un mismo sueño. Martin Lutherking, Gandhi, Óscar Romero, el Cardenal Martini,... Y ¡tantos anónimos!
Una inmensa muchedumbre de hombres y mujeres de bien que han compartido consciente o inconscientemente el Sueño de Dios, no importa. Auténticos ángeles que saben acompañar a sus semejantes, estar cerca, sin hacerse notar, haciendo el bien y comprometiéndose en aquellas situaciones donde la humanidad está más amenazada. Sus palabras, sus gestos, sus presencias son aliento y apoyo para quienes les toca sufrir las consecuencias de este individualismo atroz. Estos ángeles anónimos hacen realidad que las cosas pueden ser de otra manera, y nos recuerdan, que ha Dios le da igual si el bien los hace la mano izquierda o la mano derecha, y como nos recuerda el Concilio Vaticano II (¡tan olvidado!), el Espíritu sopla donde quiere y como quiere...
A nosotros nos toca dejarnos atrapar por estos sueños, dejarnos contagiar e ilusionarnos con participar en ellos, y así, aprender a ser ángeles para quienes, sin saberlo, perciban los cuidados de un Dios, que nunca se olvida de los últimos. Gracias.
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