sábado, 22 de septiembre de 2012

OTRA FORMA DE ESTAR EN EL MUNDO...

Hay quienes se afanan en decir una palabra más alta que la otra, en ser el centro de atención, en tener siempre razón, en acomodar la realidad a sus necesidades, aunque para ello tengan que "forzar" un poco la verdad de las cosas y las personas, ¡vamos!, en manipular...
Es precisamente en esos momentos, cuando nos convertimos en causa de división, de distanciamiento dejándonos absorber por todo tipo de juicios, convencidos que hablando mal de las personas, sacar su lado oscuro... podremos ser más dueños y señores de nuestro mundo, aunque sea nuestro "micromundo"... En esto consiste la maldición, ese perverso esfuerzo de ver lo más gris de las personas, criticando innecesariamente, hablando a las espaldas, cultivar el resentimiento, y un sin fin  más de gestos, miradas y palabras a las que parece que nuestro mundo ya se ha acostumbrado. "O comes o te comen...", "el que da primero, da dos veces", "no te dejes pegar", "no hay mejor defensa que un buen ataque"...
Destruir no aporta, simplemente es fácil,¡cierto!, pero acaba dejando un sabor amargo a nuestra existencia, ensombreciendo nuestra humanidad, nuestras semillas de bondad.
Hemos de aprender formas alternativas de saber estar y de tejer relaciones. Hoy cuando la desconfianza y la violencia campan a sus anchas, hemos de convertirnos en personas capaces de bendecir, de "biendecir" de ti, del otro, desconocido o amigo, y del Otro, que alienta esa bondad en el ser humano. Este hablar bien tiene que ver con la verdad frágil y siempre incompleta de las cosas, que inspira la prudencia y nos anima a fijarnos en la botella medio llena. Es esa apuesta por una condescendencia frente a la propia fragilidad humana, de la que todos participamos, y que nos ayuda a descubrir en medio de tanta debilidad, esa semilla de bondad que todos llevamos dentro.
Es otra forma de situarnos en el mundo, donde sabemos que nuestros actos no agotan todo lo que somos, y no siempre son nuestra mejor carta de presentación. Bendecir, supone un profundo respeto a cada persona, a su fragilidad e inconsistencia también. Es un compromiso a impulsar una auténtica sinceridad. No esa descarnada "sinceridad" en la que decimos todo lo que pensamos, como si fuera la última palabra por decir. Se trata de esa otra sinceridad que quiere buscar con delicadeza la verdad propia y ajena, sabiendo que queda mucho por decir...
Estar en el mundo de otra forma ("bien-diciendo"), implica impulsar esa transparencia en nuestras palabras, que nos permitan una comunicación honesta y reconciliada. Es muy probable que una apuesta por decir bien del otro, nos ayude a descubrir esa bondad oculta del otro.
No se trata de hacer la pelota, para conseguir nuestros fines, sino aprender a devolver al mundo esa mirada amable, que sepa reconocer, con verdad, lo bueno que hay en ti, en mi, en el otro...
Difícil tarea, pero no por ello, no deja de ser una llamada clave a aportar algo alternativo capaz de ir cambiando nuestras relaciones y provocando ese cambio sistémico... como las alas de una mariposa. Confiemos y apostemos. Gracias.

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