Son tantas la penurias, los agobios, las preocupaciones por salir adelante... Son tantos los ajustes, los recortes, los impuestos indirectos (que si IVA, que si gasolina,...), que da la sensación que dentro de poco deberemos pedir permiso para respirar...
Salir a la calle, manifestarse y expresar el profundo descontento que sienten muchos ciudadanos y ciudadanas, es sencillamente el ejercicio de un derecho básico de nuestra Constitución, la misma, por cierto, que legitima a nuestros representantes legítimamente elegidos en las urnas...
Lo que me asusta de nuestros políticos, muy legítimamente elegidos, es que estén tan alejados de quienes sufren en carne viva las consecuencias de la crisis. Me asusta que estén más preocupados de "su seguridad" en el ejercicio de sus funciones y se sientan "amenazados" por quienes no cesan de sufrir las consecuencias de decisiones que solo miran en una dirección...
Por favor, permiso para respirar. Permiso para expresar una disconformidad ante aquello que nos lo venden inevitable... mientras las consecuencias las sufren los mismos...
¿Para cuándo esos políticos capaces de dejar lo ideológico de lado y empiezan a ejercer esa responsabilidad, en tiempo de crisis, de gobernar en unidad?
¿Para cuándo esa tasa Tobin para las entidades bancarias, que haga entender a los ciudadanos de a pie, que la crisis la soportamos entre todos, también los que se enriquecieron con usos nada éticos?
¿Para cuándo esa transparencia en las decisiones, los nombramientos y los reajustes en las estructuras, municipales, autonómicas y nacionales?
¿Cómo no vamos a salir a la calle, queridos representantes legítimamente elegidos? Con más legitimidad, la que les da ser sufridores pacientes y la misma Constitución, que es la misma para todos, debemos salir y recordar a nuestros legítimamente gobernantes, que se acuerden de los más machacados, que son muchos.
Quizá la Constitución sea de lo poco que sea de todos en este embrollo, no se la quieran expropiar también. Y dejen que por lo menos salgamos a la calle, sin miedo a ser golpeados, ridiculizados o ninguneados. Es más, les animo a que anónimamente se hagan presentes en ellas, escuchen, observen, más allá de lo que presentan los medios, (que por cierto es penoso) y hagan un esfuerzo real, no virtual, de empatía. Gracias.
Como dice Aristóteles es moralmente aceptable inclumplir una norma injusta; y hoy en día, nuestro sistema es salvajemente injusto. Que al menos no nos callen Nacho, que sigamos levantando la voz en el nombre de la gran familia humana. Un abrazo
ResponderEliminarEfectivamente, Javi, gracias, habrá que permanecer, resistir y no dejar de levantar la voz... Un abrazo
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