Forma parte
de los aprendizajes que podemos poner en marcha. Ponernos en camino y crear espacios nuevos de
encuentro que nos permita experimentar
que podemos salir de nuestros enredos y bloqueos que nos aprisionan.
Tomar esas nuevas iniciativas como una
oportunidad de reconocer al Resucitado, y no dejarnos atrapar por nuestras
penas, ni desilusiones que nos aíslan y nos dejan cada vez más solos.
Una llamada
a lanzarnos a nuevas experiencias que nos abran a la sorpresa y a la novedad
que se nos regala cada día.
Ir al encuentro de quienes no lo esperan, y necesitan de una palabra de aliento, una presencia, un gesto. Nos descentra el corazón, la mirada y ponemos en juego nuestra capacidad de amar a quienes se ponen a tiro en nuestro camino cotidiano.
Ofrecer espacios de acogida, que nos permita salir de nuestras rutinas cómodas, ofrecer espacios de escucha y diálogo, que sean sanadores, no perdiendo la oportunidad en también de aprender de quienes se acercan y entran en nuestra casa.
Saldar las cuentas pendientes, con un perdón desmedido y generoso, pues somos conscientes del recibido. Recuperando el poder sanador de la misericordia, reduciendo distancias, relativizando posturas, atreviéndonos a abrazar la vida del otro, tal y como es.
Ser testigos de la bondad que todos llevamos dentro, reconociéndola en los demás, elogiando con sinceridad, y despojándose definitivamente de esas quejas que se afincan en nuestras miserias. Una apuesta por ofrecer una mirada optimista a la vida, a las personas, que nos permita contagiar pasión por vivir con sentido.
En este tiempo de Pascua, estamos invitados a reafirmar nuestra fe en el resucitado, que nos permite ver más allá y lanzarnos a ser testigos de ese amor que se nos regala cada día y hace posible relaciones más plenas.Gracias.
Ir al encuentro de quienes no lo esperan, y necesitan de una palabra de aliento, una presencia, un gesto. Nos descentra el corazón, la mirada y ponemos en juego nuestra capacidad de amar a quienes se ponen a tiro en nuestro camino cotidiano.
Ofrecer espacios de acogida, que nos permita salir de nuestras rutinas cómodas, ofrecer espacios de escucha y diálogo, que sean sanadores, no perdiendo la oportunidad en también de aprender de quienes se acercan y entran en nuestra casa.
Saldar las cuentas pendientes, con un perdón desmedido y generoso, pues somos conscientes del recibido. Recuperando el poder sanador de la misericordia, reduciendo distancias, relativizando posturas, atreviéndonos a abrazar la vida del otro, tal y como es.
Ser testigos de la bondad que todos llevamos dentro, reconociéndola en los demás, elogiando con sinceridad, y despojándose definitivamente de esas quejas que se afincan en nuestras miserias. Una apuesta por ofrecer una mirada optimista a la vida, a las personas, que nos permita contagiar pasión por vivir con sentido.
En este tiempo de Pascua, estamos invitados a reafirmar nuestra fe en el resucitado, que nos permite ver más allá y lanzarnos a ser testigos de ese amor que se nos regala cada día y hace posible relaciones más plenas.Gracias.
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