Ya podríamos esforzarnos tanto como nuestros alumnos/as lo hacen en esta época de exámenes... Por lo menos sentir la urgencia de la última hora y aplicarnos como ellos en bibliotecas y habitaciones anónimas, repasando y recatando apuntes de aquí y de allá, ¡y porqué no!, haciendo chuletas... Y todo para estar a la altura de los tan temidos exámenes...
Para nuestra lección pendiente también sería necesario una motivación y empeño similar (además se recomienda copiar del mejor), aunque si soy sincero creo que carecemos de ella. Podríamos titular nuestra lección: "Entre nosotros nada de eso, el que quiera ser grande, que sea vuestro servidor"
Con una formulación así, es cuando a uno le entra una carcajada profunda y con una mirada displicente dice "al pavo ese": ¡déjate de tonterías!, que la teoría todos nos la sabemos, y está muy bien, pero ¡espabila que la vida va por otros lado!... Esta lección nos la podemos saltar... y además seguro que no va caer en el examen...
Lo que no sabe el tipo éste, es que si de algo estoy seguro es que de lo único que nos van a pedir cuentas es de cuánto hemos amado... Y querido amigo, amor y servicio van de la mano, son inseparables... Tiene que ver con eso de la revolución de la toalla de Juan 13, de ceñirse la toalla, lavar los pies, ¡sí!, esa "cochinada romántica" (para algunos), pero imprescindible para conocer el rostro humano de Dios.
Mira, entiendo que es una lección complicada, que ofrezca resistencias, incluso que prefiramos otros capítulos más deseables, como el del Poder, el Prestigio o el de los Éxitos, ¡esos molan más!... Pero entre tú y yo, en éstos, no se ofrecen la esencia de la vida. Y ésa, no debiéramos perderla.
Así que, como si estuviéramos en plena época de exámenes debiéramos meternos en materia a fondo y ponernos manos a la obra y esforzarnos en aprender quizá la lección más importante para la vida, o por lo menos para una vida plena, al estilo de Jesús de Nazaret: el que quiera ser un tipo grande, que sea vuestro servidor.
Saquemos los mejores apuntes posibles (los evangelios) y copiemos del mejor (Jesús de Nazaret) que está permitido. Y lo demás, vendrá por añadidura.
En realidad lo tenemos bastante más fácil que nuestros alumnos. Solo es necesario quererlo, desearlo y creer que una vida así tiene sentido y merece la pena. Así pues, toca aplicarse y esforzarse, en dedicar nuestro tiempo, talentos y corazón en todos aquellos que más nos necesitan en nuestro entorno. ¡Feliz semanas de exámenes y suerte a todos/as!
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