¿Es posible crecer sin tener que podar?
Obtener esa sabiduría que nos permita reconocer esa verdad honda...
¡Hay tanto que nos sobra!, que nos hacer vivir en la superficie de las cosas...
¡Hay tanto que nos pesa!, que nos impide caminar a paso ligero, libre de prejuicios, o ¡qué se yo!...
¡Hay tanto a lo que nos aferramos desesperadamente!, cuando en lo más interno de uno mismo sabemos, ¡que una cosa solo hace falta!, el amor.
La vida nos enseña, que para crecer, para dar buen fruto, es necesario podar, arriesgar y cortar. Ir al fondo de las cosas, a lo esencial, porque es ahí donde mana la vida en abundancia. La vida es generosa, y nos va mostrando, si estamos atentos, si nos dejamos acompañar, todo aquello que debemos de arrancar, y dejar que brote todo lo bueno, los mejor que llevamos dentro. Esa ley de la vida, que nos enseña que detrás de un sufrimiento, hay una entrega, una presencia, un rostro, que solo quieren amor.
A mí, que me poden, que me corten, que me arranquen de todo aquello a lo que me aferro, y que pueda separarme de aquello que más quiero, Jesús de Nazaret y su proyecto, el reino. Pues como en toda historia de amor hay sus resistencias y engaños, pero éstos no tienen la última palabra. La última palabra es la que Dios nos susurra a cada uno al oído, "Tú eres valioso para mi, te quiero". Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario