domingo, 16 de junio de 2013

APOSTAR POR OLVIDAR LAS CUENTAS...

De tantos errores, de nuestros torpes deslices, de nuestros enredos cotidianos, de... Se convierte hoy en un acto sencillo de amor. Donde optamos por no etiquetar a nadie por su fallos, y nos atrevemos a ir más allá. Una invitación a echar esa mirada misericordiosa a nuestro semejante, que le permita mostrar esa bondad que todos llevamos dentro.
Mucho se le perdona, al que mucho ama. Noble tarea la de recuperar esta fórmula de la vida, donde lo que prevalece es nuestra capacidad de amar al otro, tantas veces amenazada por nuestros prejuicios y etiquetas, o por nuestra autosuficiencia, que nos hace olvidar que un día fui yo quien provocó  esa misma herida, o quien erró también con ese amigo.
Querer olvidar las cuentas es hacer memoria de un Dios que nos quiere esféricamente, ¡por toas partes!,  por nuestra parte bonita, y por la que ocultamos por pura vergüenza. Tal bondad debe inspirar en nosotros esos actos y gestos cotidianos, que sepan ofrecer nuevas oportunidades a quienes caminan y tropiezan a nuestro lado.
La experiencia de perdón se convierte en una oportunidad profundamente liberadora, capaz de aliviar y sanar heridas, hasta entonces impensables. Esta experiencia del perdón se apoya en ese amor que todos llevamos dentro, y que impulsa tanto el deseo de pedir perdón y como la alegría de ofrecerlo de forma inequívoca y desbordante.
Con la convicción de que nuestros fallos no nos definen, aprendamos a dar nuevas oportunidades, no solo a los demás, sino también a nosotros mismos.¡Gracias!


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