sábado, 13 de julio de 2013

TRANSPARENCIA, ¡TODA UNA VACUNA!

En una situación incierta como en la que estamos, nos podemos dejar llevar por el miedo, logrando así empequeñecernos, rendirnos ante las dificultades, y ser atropellados por quienes usan la fuerza o el engaño en favor de sus intereses, anulando nuestra conciencia crítica y capacidad de compromiso... 
Pero también podemos vacunarnos con una apuesta atrevida por la transparencia. Ese deseo de vivir uno mismo en verdad con los demás, renunciando al engaño y manipulación para obtener mis intereses, con un especial cuidado de no pisar a los más débiles.
La transparencia es una apuesta humanizadora de las relaciones, a las que aporta una serie de elementos nada despreciables:
1. Claridad. En las palabras de una persona transparente no hay doblez, segundas intenciones, ni deseos de manipulación. Su comunicación suele ser directa y franca, acompañada de una mirada honesta. No quiere convencer, sino dejar ver, compartir intuiciones, exponer ideas,... 
2. Escucha atenta. Esto de que las personas transparentes no defiendan posturas, les convierten en personas más abiertas al mundo, a los demás, lo que les suele llevar a ser más flexibles con su propias posturas, y se convierten en personas receptivas... Los demás solemos estar a gusto con ellas, pues sabemos que no nos quieren vender la moto... 
3. Bien común. Percibimos a las personas transparentes en su compromiso por el bien común, en su preocupación por los otros. Son personas capaces de reconocer sus propios errores y asumir la responsabilidad frente a los demás. Pues son capaces de poner al otro por delante de su propia imagen. Esto hace que sean personas más reflexivas y comprometidas con su entorno.
4. Consecuentes. Son personas cuyos actos acompañan a sus palabras en esa extraña psicomotricidad interna a la que no estamos muy acostumbrados, y menos en nuestros "ilustres políticos".
Hoy más que nunca, necesitamos transparencia, liderada por cada uno, que nos de el atrevimiento de hacer y decir lo necesario, para hacer realidad el bien común. Aunque eso nos lleve al desprestigio, a la crítica injusta, a la represión de quienes son incomodados por nuestra transparencia... (¡animo al movimiento 15 M!)
Gracias al evangelio de hoy (Mt 10,24-33), quiero acordarme y hacer memoria de tantas personas, creyentes y no creyentes, que apostaron en sus vidas por una transparencia y que nos acercaron un poquito más a ese bien común. ¡Gracias a todas ellas! Otras relaciones son posibles, basta ponerse a ello. 

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