¿Qué nos
convierte en personas torpes? ¿Qué nos impide o dificulta pillar o entender
aquello que nos pasa? ¿Qué nos pasa que en tantas ocasiones no lo vemos venir,
cuando todos los demás lo llevan viendo venir?
Atendiendo
a lo cotidiano me vienen tres experiencias que reducen nuestra capacidad de
percibir e interpretar la realidad, limitando nuestra capacidad de
respuesta y creatividad.
El miedo, arma
secreta en tiempo de crisis. Cuando en medio de la tormenta el miedo invoca a
todos los males que quedan por venir y logra paralizar toda nuestra iniciativa.
Hemos de recordar que el miedo es irracional, lo sentimos, pero solo adelanta
consecuencias que todavía no ha pasado, secuestrando nuestro presente e
impidiendo que nuestra iniciativa se ponga en marcha. El miedo nos puede lleva
a pensar que no existe solución posible, que no puedo aportar nada, o
sencillamente, preguntarnos ¿para qué hacer algo?, nada va cambiar.
Recordemos
que nuestro presente es otro arma poderosa, que siempre puede aportar una
pequeña novedad, y por pequeña que sea puede mover voluntades (pensemos en
#motivosdejorge, que sigue de huelga de hambre en la puerta del sol)
La
tristeza, nos juega muy malas pasadas. Esa tristeza que nos recuerda todos
nuestros errores, fracasos, que nos resistimos a aceptar como propios. Da igual
que sean cercanos o lejanos, pero ahí están como una constelación de
estrellas que nos lleva a tener la mirada siempre atrás, a ese pasado que no
logramos encajarlo... ¡Cómo para verlo venir!, demasiado atentos a nuestras
chapuzas no aceptadas. Una invitación a aceptar, a acoger asumiendo la
responsabilidad de nuestros actos y sus consecuencias, para poder pasar página,
y así, prestar más atención a nuestro presente. Es ahí donde podemos hacer
algo, donde construimos, superamos, aportamos, pedimos perdón,...
El
embotamiento. Estamos sobreestimulados, demasiada información, sentimientos,
tareas, responsabilidades, intereses enfrentados,... Y demasiados pocos
espacios para el encuentro con uno mismo, con los demás, con Dios... Hoy sigue
siendo necesario experiencias que generen espacios de encuentro, que nos
permitan afinar la atención a uno mismo y al mundo que nos rodea.Nos hace falta
esos gimnasios que den respiro al corazón, al diálogo abierto, al encuentro
interpersonal que nos recuerde que seguimos, desde dentro de cada uno, muy
vivos. Está a
nuestro alcance, superemos nuestra torpeza, con una buena dosis de iniciativa.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario