miércoles, 29 de octubre de 2014

TESTIGOS DE LA FELICIDAD

Estamos todos llamados a ser felices. ¿Es posible?¿Se puede ser felices también en la dificultad?... Son algunas de las cuestiones, entre otras, que compartimos en la ronda de testimonios del encuentro de jóvenes diocesano.  Fue una gozada compartir ese espacio con los jóvenes. Después de conversar con los sesenta jóvenes con los que tuve oportunidad me quedó claro tres intuiciones que quisiera compartir con vosotros.
1. Los jóvenes desean ser felices.... ¡Qué tontería Natxo!, podríais decirme... Pero no lo es. ¿Quién no quiere ser feliz?, ... la cuestión es que no saben cómo, algunos jóvenes son capaces de reconocer a gente feliz, incluso muchas de las cosas que no les hacen felices, y aún más, hay jóvenes capaces de percibir la rutina en sus vidas como una rueda demoledora que les chupa la energía y el potencial que tienen... Los que llegan hasta aquí, ¡felicidades!, pues ya es un gran paso. Pero la verdad, es que no sabría enumerar lo factores que inciden en ello, pero no saben tomar la senda estrecha de la felicidad.
2. Es urgente educar en la interioridad. Nuestros jóvenes sufren en silencio (como las almorranas), rupturas, engaños, frustraciones, fracasos, olvidos, ausencias... No se sienten con las herramientas ni recursos necesarios para enfrentarse a este caballo de batalla, que en ocasiones es despiadado, y doblega la vida de jóvenes que desean muy profundamente ser felices. Es urgente ayudarles a mirar más allá, a mirar con más condescendencia su propia historia personal, a devolverles una mirada compasiva y generosa, que les permita sentirse queridos, y así, reactiven sus ganas de búsqueda de más, de más humanidad, de más felicidad, ... Los educadores cristianos, debemos recordarnos, que el mejor tesoro los llevamos dentro, somos seres habitados por ese gran amor incondicional, que nos hace nacer cada día de cero... Nuestro Dios no lleva las cuentas, Él siempre suspendió matemáticas y economía... 
Debemos entrenarles a visualizar la mejor versión de sí mismos, la experiencia de saberse acompañados, ... Es urgente que experimenten la delicadeza de darse a sus compañeros, y comprobar, que detrás de un macarra sin fronteras, hay un joven capaz de cuidar a su compañero... Ser capaces de iluminar su existencia con gestos y palabras cargadas de sentido....
3. Necesitan testigos... Hombres y mujeres que les quieran incondicionalmente, que les traten como personas, que soporten sus rarezas, que escuchen atentamente, que se rían con ellos, que compartan sin complejos, que sepan cuando estar y cuando irse, ... En definitiva, hombres y mujeres, que sean felices y sepan de Quién se han fiado. Es así, cuando podemos acompañar, y susurrar a su oído, que se puede ser feliz también en la noche, cuando las cosas vienen mal dadas y el viento no sopla a favor. Estimulando la confianza, cuidando los lazos, y aprendiendo a resistir, siempre que mostremos donde agarrarse. 
¡Sí!, se puede ser feliz. ¿Acaso hay otro horizonte? ¿Acaso Dios pudiera desear algo distinto? Hagámoslo posible. Aprendamos a estar con ellos, afinando la mirada, abriendo el corazón, y compartiendo gestos sencillos, con los que se descubran profundamente amados y respetados. Gracias por la tarde de sábado compartida, ¡me lo pasé de cine!

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