lunes, 23 de marzo de 2015

EL PODER DE LA MIRADA...

Necesitamos otra forma de mirar. Otra forma, que aporte algo más de profundidad, de sentido, de humanidad. Otra forma que nos permita acercarnos a nosotros mismos, al otro, y al mundo que nos rodea, con más respeto, conscientes  "lo sagrado" que hay en cada persona.
Si no prestamos atención, sino abrimos bien los ojos y los oídos, podemos encontrarnos en una situación desagradable, en la que otros deciden por nosotros, lo que hay que pensar, o lo que hay que decir... 
Hemos de ser capaces de devolver al mundo una mirada apaciguada, generosa, que conecte con el sufrimiento ajeno, y que sea condescendiente con nuestra propia fragilidad. 
El relato del evangelio de hoy (Jn 8,1ss.) nos recuerda que la mirada cargada de odio, venganza y rencor, solo nos lleva a la destrucción del ser humano. El odio, la venganza y el rencor no alivian nuestras heridas, no solucionan los problemas, ni serenan nuestro interior. Si nos dejamos llevar por ellas, sólo conseguiremos herir de muerte nuestra capacidad de amar.
"Nos es preciso aprender a mirar el mal como lo ve Dios,... donde nosotros vemos una falta a condenar y a castigar, Dios ve primeramente una miseria a socorrer..." (Sabiduría de un Pobre, Eloi Leclerc Ed. marova).

Aprendamos cada uno a mirarnos como él nos mira. En Jesús descubrimos las entrañas compasivas y misericordiosas de un Dios, que acoge toda nuestra fragilidad con paciencia de Padre (Abba). Sabiendo esperarnos con respeto, y a la vez, esperando de nosotros, más allá de toda evidencia. Cuando experimentamos su incondicionalidad, nos abruma. Perdonarnos a nosotros mismos, y concedernos la oportunidad de aprender de nuestros propios errores, son la mejor forma de expresar nuestra confianza en esa mirada desconcertante y generosa de Dios, capaz de levantarnos y devolvernos la dignidad y el arrojo de seguir adelante.
Aprendamos a dejarnos mirar por Él. Dios no se avergüenza de ninguno de sus hijos. Nunca retira la mirada, ni la palabra. En Jesús, practicó, una y otra vez, la proximidad y el perdón, como sus dos armas secretas. Solo hace falta que nos pongamos a tiro, que nos dejemos alcanzar, que nos acerquemos a sus palabras y a sus gestos.
Aprendamos a mirar como Él nos mira. En la escuela de la vida, en esto de mirar, hay tres aprendizajes claves, que adquirimos:1. Practicando el acercamiento a las personas que sufren cerca y lejos de nosotros. 2. Atreviéndonos a acompañar, con nuestro tiempo, interés y preocupación al otro, al cual, fruto de esta experiencia deja de ser anónimo, y pasa a tener nombre y rostro concreto.3. Ejercitando la acogida a su estilo, el de Jesús. Ofreciendo esos gestos, palabras, que evidencien al otro, que su vida nos importa.

Así hacemos posible unas  relaciones nuevas, al estilo de Jesús, levantando vidas tiradas, acompañando a quienes se sienten atrapados por su propia debilidad, aliviando heridas, antes intocables. Basta dejarnos mirar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario