sábado, 28 de marzo de 2015

LA ALEGRÍA DE LOS PEQUEÑOS...

Dice un dicho popular "Que la alegría dura poco en la casa del pobre", no sé si será cierto, pero lo que sí es cierto, que hoy los pobres, la gente sencilla, los olvidados del planeta, los que no cuentan, tienen motivos para alegrarse. Tienen motivos para salir a la calle y celebrarlo (Siempre con moderación,¡por supuesto!, no vaya ser que con la nueva ley acabemos donde nadie quiere ...)
En la fiesta del Domingo de Ramos, hacemos memoria de un Jesús de Nazaret, que superando sus miedos y sabiéndose amenazado de muerte; irrumpe con sencillez en Jerusalém, en plena fiesta grande, para dejarnos claro tres cosas:
1. Dios está con los pequeños. Subido en una borrica nos recuerda que la mirada de Dios va dirigida hacia sus hijos más olvidados, más ninguneados. Los pobres, las prostitutas, los sinvergüenzas y maleantes, los gays, los inmigrantes,... La lista es tan larga, como olvidada. Pero no por Jesús. El se desvivió y se jugó su vida por un mundo, donde la palabra hermano/a entendiera de idiomas, razas, religiones, orientaciones sexuales o ideológicas... Haciendo posible unas relaciones más justas para todos, y alcanzable ese bien común. No nos rindamos, sigamos con su proyecto, el reino.
2. El camino es la bondad. La venganza, el rencor, el miedo, acaban anulando y destruyendo a la persona. Nada como mirar a la cara a tus enemigos, sabiendo porqué haces lo que haces, y por quien lo haces. Buscar el bien de tus semejantes, luchar por un mundo donde unas relaciones más justas sean posibles, promover a quienes más lo necesitan, son inquietudes que visibilizan lo que Dios quiere para el ser humano. Y cierto es, que solo lo hacemos posible si apostamos inequívocamente por la bondad en nuestras relaciones personales y profesionales. 
3. La humildad nos hace grandes. !Sí!, pero por dentro. Aceptar nuestra propia fragilidad nos acerca a quienes peor lo están pasando. Nos ayuda a conectar mejor con la fragilidad ajena, nos humaniza. La humildad nos invita a ser más condescendientes y sensibles ante los errores de los demás, dándoles esa oportunidad, que todos deseamos, de aprender de ellos.Jesús, lejos de ocultarse, o parapetarse detrás de una legión de guardaespaldas, opta por dar la cara. Decide compartir la fiesta más importante, con los de siempre, los sencillos, las gente del pueblo, los que más necesitan ese apoyo y esa esperanza. 

Jesús no defrauda, allí que fue en una borrica, alegrando la existencia de tantos hombres y mujeres que eran olvidados.Estos días invitados a recorrer, con Jesús, sus caminos, sus opciones, su apuesta por hacer posible el reino. En Jesús, recordamos que una vida entregada por amor, tiene sentido y da una profunda alegría.


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