miércoles, 11 de marzo de 2015

LAS RELACIONES SON LA CLAVE

Así nos decía un compañero, "en las relaciones está la clave..." ¿De qué? Pues de una vida auténtica, plena, con sentido. Hartos de tanta apariencia, superficialidad, "postureo", y dobles vidas,... Hemos de apostar por un estilo de relación distinta, que nos aporte y aporte un valor añadido de humanidad, de calidez. Un estilo de relaciones que se codee sin complejos con la fragilidad, que apueste por la sencillez por bandera, y que alivien nuestras heridas de guerras cotidianas: la desconfianza, los miedos, la tristeza, los bloqueos, el sufrimiento...
Hoy nos es necesario caer en la cuenta la importancia de establecer un plan de acción que nos permita entablar unas relaciones profundamente humanizadoras.
¿Desde donde situarnos? Esto es, ¿cuál puede ser un buen punto de partida para nuestro proyecto? Quisiera compartir con vosotros unas intuiciones, sin pretender acotar, ni cerrar el asunto... 
1. La proximidad. En ese desde dónde, creo que nos  lo jugamos en la cercanía. Hemos de reducir distancias y acercarnos a quienes más nos necesitan a nuestro lado. Cultivar la cercanía, con quienes un día decidimos guardar distancia por enemistad, por diferencia de opinión, o creencias. Cultivar la proximidad, me hace, poco a poco, prójimo. Abriéndose la puerta al conocimiento mutuo, y a superar prejuicios y etiquetas. Esa projimidad va acompañada de gestos significativos, saber estar y permanecer, la escucha atenta, una mirada condescendiente a su debilidad, que nos empuja al perdón, conscientes de la propia. Es así como logramos decirle a una persona: "tu vida me importa".
2. Aprender a esperar a las personas y en las personas. Es necesario ir más allá de los hechos y las evidencias que amenazan la confianza en el ser humano. Hemos de aceptar los diferentes ritmos con los que nos ponemos en marcha, y así, demostrar que podemos esperarnos sin hacernos daño, sin recriminaciones, ni imposiciones. También es necesario a prender a esperar en las personas, dando oportunidad al cambio, y que el aprendizaje de nuestros errores, nos pueden hacer más fuertes.
3. La humildad, de quien es consciente de su propia fragilidad y es capaz de lanzar una mirada amable y cálida a la fragilidad propia y ajena. La fragilidad nos acerca más a Dios .y a nuestros semejantes. Esta disposición interna posibilita experimentar la mirada misericordiosa de Dios, que nos regala cada día.

Tres claves desde las que podemos cultivar unas relaciones más humanas y plenas. No desistamos en el intento de pasar por la vida haciéndola más fácil y amable a quienes nos rodean. Gracias.

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