domingo, 15 de marzo de 2015

LLAMADOS A BRILLAR...

Hay dinámicas en la vida en las que nos introducen en una espiral de sombras y ambigüedades, que no nos dejan ser nosotros mismos, y no sacan lo mejor de cada uno. La competitividad, la envidia, la manipulación, el trepar, el poder, la ambición ... y podría seguir, la lista es larga, son esas experiencias que nos empequeñecen a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Tienen efectos colaterales inesperados, la mayoría de las veces, no sabemos que hacer. Estas "dinámicas de sombras"  nos entorpecen el reconocimiento de uno mismo y de quien tenemos en frente. (Por algo las tarjetas opacas de Caja Madrid eran "black", tan oscuras como su origen, destinatarios, y uso).
Hoy se nos recuerda algo grande (Jn 3,14-21), ¡estamos llamados a brillar! a no empequeñecernos y no empequeñecer a otros. Apostar por un estilo de relaciones que potencie lo mejor de cada uno y nos permita vivir con intensidad y plenitud la vida. Impulsados a vivir en verdad, conscientes de toda nuestra fragilidad, pero confiados y acompañados de la certeza de que somos seres profundamente amados. Da igual las ideas, las orientaciones, ... Dios reside en el interior de cada ser humano acogiendo a cada uno como es. Sin condiciones ni afiliaciones, sin contraprestaciones ni juicios,... Él solo sabe amarnos  esféricamente, por todas partes, sus entrañas no le dejan hacer otra cosa. Su deseo más profundo hacia nosotros nos lo susurra cada día al oído, con esa esperanza de que nunca nos rindamos: "Estás llamado a brillar, a ofrecer la mejor versión de ti, a compartir toda esa bondad que llevas dentro, a ser feliz. Así también hars brillar a quienes están a tu lado"... Y cuando nos entren dudas, cuando pensemos que no hay nada que ofrecer... Él se encarga de ponernos gente a nuestro lado, que nos vuelve a susurrar: "¡No temas!, yo siempre estaré a tu lado, ¡confía!"
Es así, como brota en nosotros el deseo de más transparencia, cercanía, disponibilidad, y salir de nosotros mismos al encuentro del otro. Es así como nos sentimos más libres, pues no hay nada que ocultar y mucho que ofrecer. Es así cuando perdemos el miedo a aprender de nuestros errores y aceptar nuestra debilidad. Es así, cuando nos atrevemos a ir más allá, y dar ese pequeño paso que nos faltaba. Es entonces, cuando somos capaces de reconocernos y reconocer al otro. Su amor lo hace posible, solo es necesario ponerse a tiro, dejarse alcanzar. ¡Animo y feliz semana!




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