Estamos necesitados de otra cosa, de otras palabras que no nos lleven a la es confianza, al rencor, al deseo de venganza, a la violencia... Estamos necesitados de palabras que construyan relaciones nuevas: más humanas, que generen ilusión, estimulen la alegría, y nos aporten sentido.
¿Dónde las vamos a encontrar? En nuestro interior, en nuestro corazón podemos encontrar esas palabras que nos pueden llevar más allá de lo que uno esperaba.
Hemos de pararnos más a menudo, concedernos tiempo a nosotros mismos y hacer consciente qué gestos, qué palabras del día han construido, han aportado algo positivo a mis relaciones.
¿Acaso pensamos que fuera del amor tenemos solución? ¿Somos tan obtusos que pensamos que desde el odio, el rencor, la violencia, el cumplimiento, el rechazo o la mentira seremos más felices?
El amor es la única respuesta a esas relaciones nuevas que necesitamos con urgencia. Ese amor que despierte la escucha, la aceptación, el diálogo, la solidaridad, la acogida, el perdón, ... Ese amor compartido por todos, porque a nadie le pertenece plenamente. Ese amor universal, que ilumina nuestro interior, y que a la vez nos hace salir hacia el otro. Ese amor que es lugar de encuentro entre creyentes y no creyentes, que no hace diferencias por ideologías, ni sexo, ni color.
Ese amor, como el que nos propone hoy Jesús en el Evangelio (Mat 5,27-37), capaz de hacernos ir más allá de lo convencional, de lo esperado, y proponer unas relaciones nuevas, ese reino que ya está emergiendo, pero todavía no... ¡Nos queda trabajo!, pero entre todos lo podemos hacer posible esas relaciones nuevas. Mucho ánimo y gracias.
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