De carne y hueso, con historias cotidianas, con gestos inesperados, cargados de amor, de entrega y generosidad. No ocupan portadas de periódicos, a no ser se cruce (por accidente, ¡por supuesto!) con lo mediático.
¡Misioneros!, hombres y mujeres, que hace una opción por ir más allá, por dejar sus zonas de confort (¡todos tenemos las nuestras!) y poner en juego todo. Es así como aprendemos a amar, y dejarnos amar de otra manera. Es así como aprendemos a ser personas que ponemos en relación, y nos convertirmos en la vida diaria en "facilitadores", auténticos misioneros en lo cotidiano:
- Facilitadores del encuentro con uno mismo, y así descubrir ese Amor que nos habita.
- Facilitadores del encuentro con el otro, el diferente, el distinto a mí, descubriendo en la aceptación y la confianza la puerta de entrada al entendimiento.
- Facilitadores de las relaciones, ofreciendo una fraternidad accesible, cargada de gestos de cercanía, acogida y servicio.
- Facilitadores en la superación de las heridas, miserias, obstáculos, prejuicios, conflictos,... Pues son los auténticos enamorados de la Vida quienes son capaces de acompañar en lo cotidiano.
Celebremos la vida regalada y compartida, por tantos héroes anónimos, hombres y mujeres que con sus vidas hacen posible el amor, y hacen un mundo mejor. Auténticos facilitadores de Vida, donde otros no quieren ir. ¿Acaso hay otra forma mejor de ser testigos de Jesuscristo? Tú y yo, también podemos, ¡ánimo!
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