martes, 11 de octubre de 2011

¿QUIENES SOMOS REALMENTE?

En tantas ocasiones actuamos no desde lo que queremos hacer, sino desde lo que esperan de nosotros; que es legítimo que nos preguntemos, ¿qué mueve nuestros actos?
Cuidar nuestra imagen y guardar las apariencias son dos claves demasiado comunes desde donde nos movemos, vivimos y existimos. No reflejan quienes somos realmente, no desvelan nuestras inquietudes, nuestras búsquedas o preocupaciones. La imagen y las apariencias son ese muro infranqueable que oculta nuestra esencia, nuestro yo más profundo, ese manantial cargado de vida, que puede ser desconocido para uno mismo. ¡Qué necios somos! Vivimos sin conocernos, sin valorar la riqueza que somos, ¿a qué esperamos?
¿Qué pasaría si nuestro exterior, nuestro cuerpo, gestos y mirada, hablase de nuestro interior, lo que sentimos, nos afecta, nos da sentido, nos alegra,...?
Vivir de dentro hacia fuera, es todo un proceso de autenticidad con uno mismo y los demás, que nos puede conducir sin esperarlo a una felicidad interna. Actuar desde lo que nos fundamenta e ilusiona, comunicar los sentimientos con naturalidad y reconocer como nos afectan, nos hace seres un poco más libres. Vivir de dentro hacia fuera, nos puede ayudar a valorar mejor todo los recibido. 
Curiosamente, las personas que intentan vivir así, son capaces de ver el mundo que les rodea de otras manera, más amable, viendo más allá, con un visor más delicado, con un zoom más profundo, siendo más respetuosos con la realidad en la que participan activamente.
Más curioso todavía, es cuando tenemos la oportunidad de compartir con personas así, despiertan en nosotros el deseo de aprender a vivir con más profundidad e intensidad las relaciones. Nos ayudan a vivir de dentro hacia fuera, para ser capaces de ver lo de fuera, con esa hondura que nos permita captar la bondad en pequeños detalles.

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