lunes, 10 de octubre de 2011

¿VIDA EN TANTA DEPRAVACIÓN?

La perversidad retuerce la realidad sacando lo peor de cada uno de nosotros, y como consecuencia directa, generamos una mayor injusticia y sufrimiento, si cabe, ¡qué cabe poco más!
¿Cómo será recordada nuestra generación? Quizá la generación de mayor desarrollo tecnológico, muy bien equipada, aunque solo unos pocos. Una generación marcada por escandalosas diferencias sociales y económicas, aunque crisis como estas igualen un poco tanta diferencia. Una generación insensibilizada, vacunada ante tanto sufrimiento humano, capaz de estar cenando viendo la hambruna de medio planeta, sin cuestionarse lo más mínimo, "total, yo no puedo hacer nada..." o indiferente ante el sufrimiento cotidiano de nuestros iguales, al los que llamamos hermanos, sin serlos, y que tienen que luchar cada día por encontrar un puesto de trabajo digno, pagar una hipoteca indigna para no ser desahuciado más indignamente. Una lucha por mantener unida la familia, sacar los hijos adelante, y todo sin despeinarse. Y por favor, no se indigne, que no es políticamente correcto.
Cuando en plena crisis la maquinaria del oportunismo está en marcha, cuando la indiferencia ante el sufrimiento ajeno campa a sus anchas (siempre que el siguiente no sea yo), cuando para sobrevivir yo tengo que hundir a otros, cuando el coste humano no es ni siquiera valorado en las decisiones... ¿No estaremos ya en una sociedad depravada?
No quiero ser profeta de desastres... esos ya vienen solos, y no son difíciles de vaticinar. Quiero compartir con vosotros que en medio de tantas sombras, hay brotes. Hay hombres y mujeres, auténticos testigos de un amor incombustible. Son los que resisten, los que se hacen fuertes en la esperanza, y son capaces de arrancar una sonrisa en medio del sufrimiento, aguantar el frío en la sentada para evitar el desahucio de su vecina, volcarse en afecto con los últimos de su clase, o sencillamente darle carrete en la conversación al abuelo (que podía ser Don Julio) aunque las prisas nos apremien. Todavía hay quienes nos recuerdan que las cosas pueden ser de otra manera, y por favor, no pidas sus credenciales, ¡da igual!, son auténticos ángeles. Gracias a cada uno de ellos.

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