sábado, 30 de octubre de 2010

RECONOCERSE VULNERABLES... (1ª entrega)

¿Quién nos dijo que es malo? Por algún motivo "oscuro" (no tanto), nos movemos por la vida queriendo ofrecer esa imagen irrompible y perfecta, en la que controlamos todo, ... se puede estar hundiendo el Titanic, pero seguimos tocando el violonchelo como que no está pasando nada. 
Hoy más que nunca, es difícil averiguar la edad de alguien, reconocer cuando un alumno esta pasándolo mal y porque, aceptar una crítica, ir al hospital a visitar a un familiar o amigo enfermo terminal, o saber encajar una derrota o fracaso. En una sociedad que parte de modelos siempre perfectos, aunque sean fruto del retoque informático, me da la sensación que nos enfrentamos al tabú ante todo lo que signifique sufrimiento, debilidad, limitación... ¿Pero quien nos dijo que eso era malo? Por favor, absténgase de echar la culpa a Dios, también de esto, parece que Dios es un saco sin fondo...
Me voy dando cuenta a través de mi tarea educadora, que poco estamos entrenados a afrontar con sentido estas experiencias. Y cuanto necesitamos hablar de ellas, para empezar a vivir con más profundidad, lo que no nos toca más remedio que vivir, nuestra vida.
Reconocerse vulnerables no es más que ese ejercicio honesto y cotidiano que nos ayuda a reconocer nuestros propios límites, errores y fragilidades. Lo siento, ¡no somos perfectos!, y lo que es peor, nunca lo seremos, por más que nos esforcemos y busquemos modelos que nos acerque esa perfección.
¿Qué hay de malo en el sufrimiento, la fragilidad, o en la debilidad?Desde mi humilde, y nada profesional punto de vista, nada. Gracias a estas experiencias se rompe el mito de que somos invencibles, y nos acerca a nuestra propia realidad, somos criaturas, caducas, y sobretodo, podemos ser heridas. 
Si señor, el miedo a ser heridos físicamente, afectivamente, es lo que hace rechazar reconocernos vulnerables. El sentimiento de impotencia, el no saber que decir, como actuar, la indignación que puede acompañar a estas experiencias, convierten al ser vulnerable, en un signo de debilidad, que nos hace pensar que nos impedirá afrontar con éxito de esas experiencias. Nada más contrario a la realidad.
¿Cómo nos sentimos cuando un compañero de trabajo reconoce espontáneamente un error y asume su responsabilidad?¿Cómo nos sentimos cuando vemos que un amigo es capaz de dejar cosas importantes de su día a día por acompañarme en el duelo por un ser querido?¿Cómo reaccionan nuestras entrañas cuando vemos a personas acompañar a quienes sufren el olvido y la indiferencia, aún sabiendo que no va a solucionar nada?¿Cómo nos sentimos cuando me perdonan aquello que yo mismo no perdonaría a nadie?... podría seguir preguntándome y preguntándoos. Pero si algo voy descubriendo, es que reconocerme vulnerable, me hace más humano, más honesto, más hermano. En definitiva, más fuerte. Gracias

No hay comentarios:

Publicar un comentario