El trabajo en equipo en la empresa, la cuadrilla de amigos, un partido político, la asociación de vecinos de mi barrio, la ONG, una comunidad religiosa,... todas estas realidades nos recuerdan que el ser humano necesita compartir con otros sus proyectos, con quienes comparten los mismos intereses, esperando responder a esos mismos objetivos.
A pesar que en muchas ocasiones, necesitemos y busquemos la soledad, como esos espacios para pensar, reflexionar, rezar, que nos hacen descubrir la profundidad de las cosas... caminar solos por la vida no es un referente ilusionante que nos anime a enfrentarnos a los retos de cada día. Es un regalo descubrir que muchos de nuestros ideales y objetivos que perseguimos en la vida, son compartidos por otros, y que sus experiencias y formas diferentes de vivirlas son fuente de ánimo y empuje en los esfuerzos cotidianos.
En este camino de la vida, es un regalo descubrirnos que no caminamos solos, que hay quienes comparten con nosotros cansancios, proyectos, heridas, y ¡como no!, la fe. Todo un reto ir descubriendo quien empuja de nosotros cuando todo se nos hace cuesta arriba, o quien carga con ese peso que no podemos con él, o quien nos pide que le acompañemos un tramo del camino, o quien sabe estar cerca de nosotros respetándonos con su silencio.Toda una tarea la de acompañar, y a la vez, un regalo tener la certeza de un Dios, que nunca nos deja solos, y se hace mil veces el encontradizo. Gracias
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