jueves, 3 de febrero de 2011

LIGEROS DE EQUIPAJE

Ponerse en marcha implica la habilidad, no siempre fácil, de preparar la maleta, mochila o bolsa. Son momentos críticos donde todo parece importante, y por si acaso... llenamos nuestro equipaje de aquello que es absolutamente prescindible. Hacemos el equipaje más centrado en nuestras necesidades, que el propio sentido y finalidad del viaje. Nuestro equipaje se convierte en nuestro principal enemigo... 
Como simple anécdota, nuestras mochilas antes de iniciar el camino de Santiago, son un poema. Con la casa a cuestas, secador de pelo incluido. Es necesario subir O´Cebreiro con esa supermochila al hombro, para darnos cuenta todo lo que nos sobra.
¿Qué necesitamos para hacer el bien? "un bastón, ni alforja, ni dinero, solo una túnica"... ponerse en marcha con lo esencial.
Como  cuesta vivir con lo esencial, cuando estamos rodeados de estímulos que nos incitan constantemente a consumir... Pero insisto en mi pregunta... ¿y para hacer el bien? ¿que necesito?
Por un lado, es necesario superar lo superficial. Aprender a diferenciar lo superfluo de lo importante nos podría ayudar a hacer el bien. A mirar con más profundidad las cosas, y sobretodo, a las personas. Nos podría ayudar a priorizar entre lo necesario y lo importante, y animarnos a tirar lastre, ese peso que nos sobra y que lo cogemos cuando nos centramos demasiado en nosotros mismos. 
Por otro, veo urgente aprender a confiar. No me refiero a improvisar, sino a reconocer que no tenemos que imponer la tarea de controlarlo todo al milímetro, en esa búsqueda irracional de perfección. Hacer el bien, en ocasiones, nos puede meter por caminos inesperados en los que tenemos que estar dispuestos a acoger lo que venga, y en muchas veces, vivir la sorpresa de recibir más de lo que se da. Y en otras, aceptar la impotencia de no poder ni saber ofrecer lo que el otro necesita.
Intuyo que solo los que aprenden a dejar y a renunciar, pasan por la vida haciendo el bien. Experimentan la ligereza de no tener nada que demostrar, ni guardar, y les hacen más próximos y prójimos, más capaces de sentir  y responder a la necesidades de quienes les rodean. Son esas personas que experimentan la entrega en las cosas más cotidianas. Gracias 

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