Si bien es cierto que hay mal en el mundo, y que podemos poner sobre la mesa situaciones de sufrimiento realmente escandalosas y que revuelven las entrañas de cualquiera... nos es urgente mantener una actitud más esperanzadora, que no se deje arrollar por el mal.
Puede crecer el mal... pero cada vez hay más personas, colectivos, comunidades que son luz en medio de tanta tiniebla. Son capaces de aportar ese grano de humanidad capaz de estar cerca de los que sufren y denunciar las injusticias que no quisiéramos para nuestros hijos.
El mal pierde terreno, pues cada vez es más conocido y previsible, se le pone nombre y rostro con facilidad. Ahora bien, esto no es posible sin el alto coste humano que supone comprometerse en favor del bien, manteniendo bien alta la luz que aporta esa infinidad de gestos humanizadores en tantos rincones tan amenazados de nuestro planeta. Presos políticos, comunidades perseguidas, catequistas amenazados, líderes confinados, o seres anónimos asesinados por defender sus derechos... Muchos de ellos, amenazados por mantener alto ese candil, esa luz tan necesaria para dar a conocer al resto la heridas de nuestro planeta.
¡Ójala!, sus esfuerzos no sean en vano, y despierten en nosotros el deseo de ser testigos de esa luz, que quiere llevar dignidad a todos los rincones de nuestra casa, la casa de todos.
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