El cambio real requiere una mirada honesta a la realidad, donde no solo se asume los propios errores, sino que también se acepta las consecuencias que éstos han producido. Por eso mismo, surge la obligación moral de reponer el mal que provocamos. Es lo que llamamos sentido auténtico de responsabilidad, lo que viene a ser, hacerse cargo de la realidad.
Participar de esta manera de entender la vida se concreta en acciones sencillas (pedir disculpas, reconocer y aprender de los errores, no juzgar,...), que acaban marcando un estilo alternativo, que aporta novedad y ayuda a superar equivocaciones pasadas.
Este nivel de compromiso es el que veo ausente en nuestra clase política, incapaces de reconocer sus errores y asumir sus consecuencias. Es precisamente esto último, lo que les impide proponer nada nuevo, más allá de su capa ideológica, que es puro maquillaje. Son incapaces de proponer acciones que visualicen ese compromiso por el bien común, que los ciudadanos esperamos de nuestros cargos públicos.
La eliminación de los privilegios y dietas innecesarias, la lucha contra el tráfico de influencias, el ahorro en la gestión cotidiana de los servicios públicos, la reforma interna de los partidos no basada en los favores ni privilegios, sino en la preparación y el compromiso por el bien común, la apuesta por los colectivos más desfavorecidos, la parada de los desahucios y la aprobación de moratorias de hipotecas para las familias desempleadas en peligro de exclusión, las tasas a entidades bancarias, expropiación de las viviendas retenidas por entidades bancarias para uso social, incentivar las ayudas a emprendedores y pequeños empresarios, ... y otro tanto de medidas similares que unos políticos responsables podían liderar en un contexto de crisis, y donde harían visible la apuesta por un cambio real.
Hoy, Zaqueo, nos recuerda que no hay conversión, cambio, sin ese compromiso real y concreto en acciones cotidianas que mejoren las condiciones de vida y devuelvan la dignidad, a quienes, la avaricia y el abuso del poder, se la han robado.
He votado por correo, con poca convicción, con algo más de esperanza, pero poca, y con la certeza, que como nuestros políticos no se pongan las pilas... los ciudadanos no nos quedaremos con los brazos cruzados. Gracias a quienes desde el anonimato si buscan ese bien común.
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