¡Cuántas heridas de guerra!, tropezones, miedos, sin sabores,... cuantas insatisfacciones, expectativas no cubiertas, planes fallidos, fracasos acumulados, errores cometidos... ¿y?... ¿Acaso no debemos seguir buscando?, ¿no debemos seguir intentando ser felices y hacer felices a quienes tenemos a nuestro lado?...
Que no nos quiten el derecho a zambullirnos en el agua fresca y renovadora de descubrirnos queridos, hijos, y hermanos de nuestros semejantes. De descubrir ese destello de luz en nuestras vidas que apunta a la novedad de Jesús, de sus gestos y sus palabras, de sus acciones, y sobretodo opciones. Esto nos recuerda que un cambio siempre es posible para quien busca sentido, sabe esperar y ponerse a la cola, y se deja desbordar por un amor que nos dignifica y nos hacer más personas.
¿Un cambio?¿porqué no? siempre que sea a más vida, a más humanidad, a más fraternidad, y así, dignificar a quienes más lo necesitan a nuestro lado, y hacernos hermanos de quienes aún les queda descubrirse hijos, también amados. Gracias
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