jueves, 1 de marzo de 2012

NUESTROS VIAJES DE HUIDA...

¿Quién no ha sentido ganas alguna vez de montarse en un barco, tren o avión, y desaparecer?...¡A mí que me dejen en paz!, que no me compliquen la vida... y como nuestro amigo Jonás, por favor no dejen de conocerlo (pequeño libro del Antiguo Testamento), nos embarcamos en una huida, que nos distancie de todo lo que en nuestro interior se está fraguando e intuimos como llamada...
Nuestra vida de va tejiendo de pequeñas decisiones, ¡y no tan pequeñas!, que son la expresión más cotidiana de nuestra libertad. No hay decisión, por pequeña que sea, que no nos implique esa renuncia, que en tantas ocasiones intentamos esquivar... Nadar y guardar la ropa...
El  miedo, nuestras inseguridades, o faltas de atrevimiento nos empujan "a salir por patas" ... y el último que pague... Que importante aceptar la duda, aprender a vivir a tientas, sin tener respuesta para todo, arriesgar y lanzarse... 
Hay quienes encuentran en la superficialidad la mejor manera de huir. Fácil, al alcance de cualquiera, sin mucho esfuerzo... como surfeando la vida (nos recordaba JMª R. Olaizola) sin ir a lo hondo de las cosas... Aquí no son necesarias las preguntas, son mal vistas, nos vamos incapacitando para ir más allá de lo evidente y de descubrir el sentido de lo que nos toca vivir... ¡Eso sí!, si la cosa se pone chunga... nos revolvemos contra el mundo, y por supuesto contra Dios,... ¡y a pedir "milagritos"!... Pero la realidad cotidiana tiene bastante más hondura como para  necesitar  ningún circo ni "reality" que nos "solucionen" nuestras penas...
También los hay que se refugian en sus cálculos, que por cierto, no siempre les salen las cuentas. Son quienes se centran en sus intereses, solo piensan en ellos mimos, ahogando todo signo de generosidad y altruismo que hay en su interior. Se incapacitan  para ponerse en lugar del otro y en formar parte de proyectos comunes que implique la renuncia de si mismo... 
"De tanto estar preocupado de si mismo el hombre moderno, es un ser angustiado..." (Toño García, sj.) Nos convertimos en tacaños vitales, nos empequeñecemos y acabamos ahogándonos en nuestras propias lágrimas...
Hoy más que nunca es urgente  dar respuesta a esas intuiciones profundas que llevamos en nuestro  interior y que acaban sacando lo mejor de cada uno... Como Jonás, descubrir que en esa aventura no viajamos solos... que Dios nos acompaña, ¡hasta en nuestras huidas!,  Él nunca abandona... y si nos dejamos, nos lleva más allá, incluso a donde pensábamos que era imposible llegar.
No seamos duros con nosotros... quien más y quien menos experimentamos estos viajes de huidas... reconocerlo es un paso importante... y sabernos acompañados un alivio grande. Gracias.

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