martes, 31 de julio de 2012

RECONOCERSE DESNUDO...

No es fácil, dura experiencia la de verse desprovisto, impotente, sin recursos, imperfecto por donde uno se mire... Es entonces, cuando uno tiene la tentación de abandonar los caminos de  la transparencia y adentrarse por los vericuetos del ocultamiento. ¡Cómo si eso aportara algo!
Desnudos, una realidad incómoda, pero que nos recuerda una fragilidad que nunca nos abandona.

¡BENDITA DESNUDEZ!
Que me recuerda recuerda que soy incompleto,
que necesito del otro
que necesito al Otro
Bendita desnudez,
que en su fragilidad, 
somos arropados 
por un Amor primero y más grande.
Bendita desnudez,
que al reconocerla, 
nos reconcilia con nosotros mismos, 
nos pone en búsqueda
honesta y sincera.
Bendita desnudez,
que nos devuelve una mirada
condescendiente con la desnudez ajena
y nos lleva de la mano
del juicio al perdón
de la mirada dura al abrazo.
Bendita desnudez
que nos permite descubrir 
a un Dios que nunca se avergüenza
de su criatura,
y despierta en cada uno 
el deseo de transparencia, la justa,
para que sintamos la responsabilidad de nuestros actos,
y el eterno amor recibido.

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