miércoles, 14 de noviembre de 2012

APRENDER A DESANDAR EL CAMINO

Las normas nos ofrecen seguridad, referente, ciertas garantías, no sé, son como ese escudo que a todos nos gusta tener en algún momento, aquello a lo que nos podemos agarrar cuando vemos  la cosa "chunga"....  Aunque sabemos de sobra que no son universales y no sirven para todo, preferimos, en bastantes ocasiones, resguardarnos a la sobra de nuestras normas.
Les propongo un viaje, les invito a plantearse la posibilidad de desandar ese camino, a abandonar la seguridad de lo reglamentado, de esas normas predeterminadas, de esos convencionalismos recortados, que aunque aporten seguridad, son bastante limitadores. 
Les quiero invitar a ir más allá del cumplimiento, de querer ver más allá de la norma, de pasar de la observancia a ese otro acto mucho más humanizador, que es el agradecimiento. Ese gesto que implica el reconocimiento del otro, de lo que el otro, me da igual quien, es capaz de hacer por mí, aunque no lo merezca. Es un reconocimiento sin distinciones, sin importarnos quien es, cual es su orientación, sus ideas, su confesión de fe,... Simplemente somos capaces de desandar el camino, volver para tener la ocasión de agradecer, de reconocer la bondad de otros en nuestras vidas. 
Quedarnos con la seguridad de la observancia, limita seriamente nuestra capacidad de reconocimiento. El efecto tranquilizador del cumplimiento nos deshumaniza y nos hace insensibles e incapaces de acoger esos gestos de bondad que se nos regalan cada día. Nos centra demasiado en nosotros mismos y alimenta, innecesariamente, nuestra autosuficiencia.
Pero podemos aprender a desandar nuestros caminos, tener la sencillez de reconocer que todo no lo controlamos, y no todo está en nuestras manos. Hay momentos en la vida donde necesitamos aprender a acoger aquello que nos viene regalado y saberlo agradecer cada día.  Pongámonos en marcha y atrevámonos a volver a todo aquello que nos devuelve la vida. Gracias.

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