martes, 20 de noviembre de 2012

NO ANDAR POR LAS RAMAS...

Hay formas de tratar a las personas que pueden resultar realmente liberadoras. No consiste en los juegos de humo de la adulación, ni la falsedad, o la manipulación. Más bien, estamos hablando de una manera de mirar, de reconocer, y de hablar, que logra despertar en la otra persona no solo la curiosidad, sino el deseo de conocer, de conectar, incluso de cambiar.
Para llegar a un estilo así de relación, exige de cada uno de nosotros un aprendizaje profundo, donde dejemos de lado los prejuicios, los intereses ocultos, y aceptemos a las personas por quienes son realmente, sin querer hacerlas a nuestra media, ¡eterna tentación!
En ese proceso de aprendizaje, es importante no dejarnos llevar por la muchedumbre. No dejarnos alcanzar por la presión de las generalizaciones, y prestar atención, observar, no perder detalle. Cultivar nuestra sensibilidad de tal manera, que seamos capaces de quedarnos con lo realmente importante, la persona, y no sus actos. Es entonces, cuando percibimos las tonterías, ¡como subirse a un árbol, que alguien es capaz de hacer para llamar nuestra atención, nuestro afecto... Ahora bien, esto no es suficiente. Es necesario estar dispuesto al encuentro personal, al cara a cara, y además, en su espacio donde el se sienta cómodo, sin importarme los otros digan, comenten o critiquen... "¡Invítame a tu casa!"... Esa libertad hace a la otra persona grande.
Cuando percibimos que alguien nos trata así, no por nuestros actos, errores o miserias, sino por quien somos, sin más, se despierta en nosotros una confianza, que ilumina toda nuestra existencia. Son esos momentos donde uno se siente capaz de enfrentarse a todos sus fantasmas, y de poner nombre a todas sus debilidades. Son esos momentos en los que nos hemos sentido amados incondicionalmente y donde hemos experimentado que se puede empezar de cero o aprender de nuestros errores. Cuando nos tratan así, se suscita en nosotros auténticos deseos de cambio, conduciéndonos a compromisos que nos resultan realmente liberadores. ¿Nos hemos encontrado con un amor así?
Creer en ti, confiar, es una apuesta real por ti con toda tu fragilidad e inconsistencia. Sé que puede fallar de nuevo, pero no importa. Siempre seré capaz de ver esa bondad que llevas dentro, porque todos, absolutamente todos, somos habitados por el amor de Dios. Donde todos ven a un indeseable, o un árbol seco, yo pueda ver a un ser humano, un resquicio de vida, que aliente mi esfuerzo. No encuentro mejor manera de cuidar las relaciones. No se me ocurre mejor apuesta de autenticidad y de sentido. No creo que se pueda operar ningún cambio en nadie que nos sea desde una relaciones así vividas. Lo demás, es andar por las ramas aumentando el riesgo de caídas. Gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario