lunes, 18 de febrero de 2013

EL LENGUAJE DE DIOS, LO HUMANO

El encuentro con las personas, la acogida confiada, la capacidad de establecer lazos con quienes más lo necesitan, son ejemplos sencillos de ese lenguaje de lo humano que nos propone Dios. El no entiende otro. Su manera de amarnos está muy lejos de los inciensos, los formalismos, la doctrina o las leyes. 
Es en la defensa de lo humano donde podremos encontrarnos a Dios cara a cara. Se convierte en criterio de veracidad de nuestra opción de fe. Así lo quiso nuestro Dios, el de Jesús de Nazaret.
No se puede abrazar a Dios, sin abrazar lo humano, especialmente lo más herido y olvidado de lo humano. Forma parte de ese misterio de la Navidad cotidiana, que nos permite descubrir en lo más sencillo de cada día, ese presencia de Dios amando con descaro allí donde otros nos podemos resistir hacerlo. 
Cuaresma es tiempo de recuperar a la persona, su dignidad, sin preocuparnos de sus opciones, ni convicciones, sin juzgarle, ni etiquetarle, simplemente ser capaces de rescatar en cada uno esa semilla de bondad que nos habita.
Busquemos a Dios en lo humano, en quienes a nuestro lado pueden necesitarnos más y tienen más amenazada su dignidad. Es entonces, cuando vamos comprendiendo lo que Dios hace con cada uno de nosotros, como nos rescata de nuestra indiferencia y mediocridad, y nos lanza hacia nuestros hermanos los hombres. Es precisamente esa fraternidad la que nos rescata del sin sentido y nos proponer un horizonte ilusionante, dotándonos de una sensibilidad que nos ayuda a ver con más condescendencia a nuestros semejantes y a nosotros mismos. Es de aquí donde surgen esos gestos cotidianos que hablan de Dios: visitar a presos, ofrecer tu tiempo, cuidar al alumno/a más necesitado, acoger en tu casa, .... y tantos otros que nos recuerdan que el reino va creciendo, ¿no lo notáis? Gracias a quienes lo hacéis posible.

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