jueves, 7 de marzo de 2013

SILENCIOS NO DESEADOS, SILENCIOS BUSCADOS

Hay silencios cómplices, que buscan beneficios secretos, prebendas injustas, privilegios dañinos. Hay silencios que solo pretenden ocultar el mal que hacemos, sin preocuparnos de sus efectos, ni de sus víctimas. Éste tiene un precio, bien lo sabemos. Hay silencios torticeros, que urden planes perversos, buscando hacer daño, herir a quien es tu hermano, ¿acaso te has olvidado? Hay silencios manipuladores, que buscan el engaño para hacerte culpable, y así, no dar la cara, no asumir responsabilidades.
Hay silencios impotentes, que nos enmudecen. Nacen de ese sufrimiento ajeno,  que nos roban las palabras, que nos retuerce las tripas y nos recuerdan que aún quedan palabras por decir,  como justicia o dignidad, como acogida o perdón. Hay silencios rotos con doble cara, como ese acto de valentía y compromiso, que buscan dar la cara, pero no nos engañemos, también como esa falta de discreción y consideración del otro. Hay silencios que esperan, aguardan tu palabra, expresando ese deseo de conocerte, sentirte o amarte, en un acto de escucha interminable. Hay silencios que son presencia, porque saben que no toca hablar, y que es el tiempo de los gestos. Hay silencios provocados, pues quiero hacerte pensar y silencios buscados, pues soy yo quien necesita profundizar...
¿De cuáles participamos más?
Yo quisiera aquellos silencios que nos hacen más transparentes, y que aportan espacios donde podamos descubrirnos más hermanos. ¡Silencios!, que enmudecen las palabras, pero despliegan el corazón y amplían la mirada. Gracias.

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