domingo, 16 de marzo de 2014

LA AUTÉNTICA OPORTUNIDAD DE AMAR...

... No la tenemos cuando encontramos con nuestra media naranja, nuestra pareja perfecta. Tampoco cuando nos descubrimos dándolo todo en favor de otros. Ni siquiera cuando te comprometes en una opción de vida entregada... La auténtica oportunidad de amar nos viene en la experiencia del perdón. Bien cuando descubrimos el daño que hemos hecho  a quienes queremos, o bien cuando experimentamos en primera persona la decepción, el abandono, el rechazo o la humillación,....
Quisiera compartir con vosotros cuatro claves que me ayudan a vivir estas experiencias difíciles como oportunidad.
1. Aprendamos a dejar espacio entre el daño que causo a otros, incluso sin saber, y las heridas  que otros me provocan... dejando que lo ocupe Jesús de Nazaret. Ese encuentro personal con él su palabra (Jn 8), sus gestos, su mirada, que nos ofrecer la oportunidad de entendernos a nosotros mismos y a nuestros semejantes de una forma totalmente alternativa. Nos hace descubre que el perdón es posible, sin más.
2. La necesidad de luchar contra el rencor, que nos empequeñece, nos anula como personas, nos enquista en el dolor, y no nos deja mirar al frente, al futuro con esperanza. El rencor nos encorva, y nos impide salir de nosotros mismos. No nos dejemos atrapar por el ansia de venganza, que se fundamenta en un concepto erróneo de "justicia", ojo por ojo diente por diente". Combatamos el rencor con la gratuidad, siempre sorprendente, de quienes un día se dieron la oportunidad de pasar página y rehacer sus vidas no desde el odio, sino desde el amor así mimos y a quienes un día les causaron un daño, hasta entonces, irreparable.
3. La convicción que el perdón nos libera. Una convicción que nace de la experiencia de fe de nuestra propia fragilidad e inconsistencia acogida y perdonada por nuestro Dios, siempre paciente, y que hace salir el mismo sol para buenos y malos, y la misma lluvia para justos e injustos."Donde nosotros miramos con desprecio, Dios abraza" (JMª Olaizola, sj)
4. El perdón a uno mismo. Es extraño evidenciar que en muchas ocasiones somos especialmente duros con nosotros mismos. Creer en el perdón de Dios, pasa necesariamente por perdonarnos a nosotros mismo. Acoger con sencillez y realismo nuestra propia fragilidad y contradicción, con la convicción de que nuestro Dios nos quiere tal y como somos, deseando que salga de cada uno lo mejor que llevamos dentro. 
La experiencia del perdón se convierte en esa oportunidad cotidiana, donde realmente se nos empuja a amar como una experiencia profundamente liberadora y sanadora. Podría no hacerlo, ¡es verdad!, ¿Pero en qué mejoraría mi vida si no perdonara?¿En qué mejoraría la vida de mis compañeros de vida si me cerrase al perdón?

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