Hay personas entre nosotros que son auténticas luminarias. No siempre nos damos cuenta, pero ahí están. Sus vidas han sido fiel reflejo de esa bondad que es pacificadora.Su alegría y sencillez han sido, sin duda, los signos más claros de la presencia de Dios en su vida.
Así ha sido mi amigo Braulio. Tras ese semblante de niño de casi 70 años, repartió tanto amor como recibió. Han sido muchos encuentros, cumpleaños, celebraciones, y semanas menesianas compartidas.
Dios hace cosas grandes en los sencillos, y en él se despachó a gusto. Nos has educado, Braulio, a prestar atención a lo pequeño, y siempre perdonaste nuestras torpezas. Solo me queda agradecer el gran regalo que ha sido para la Familia Menesiana. En tu cercanía, tu cariño incombustible, y en el como acogías nuestras bromas queda reflejada tu bondad. En tu interés por cada uno de los hermanos que has conocido y por nuestra labor en Hermanos, nos hemos sentido acompañados por ti.
Dios nos regala a todos pequeñas luminarias de su bondad, son muchas, y no siempre las vemos. Hemos de abrir bien los ojos y el corazón para no dejarlas pasar. Y cuando las descubrimos, dar gracias al buen Dios que nos cuida con ellas. ¡Gracias, Braulio!
Gracias Braulio
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