Aunque en ocasiones lo pueda parecer y los cansancios no nos dejen ver claro.
Aunque el desánimo nos llame a la puerta, dificultando esfuerzos y olvidando que de los errores se aprende.
Aunque la desconfianza acampe descaradamente en nuestro interior, empequeñeciendo nuestra capacidad de amar y dejarnos amar...
¡Nunca caminaremos solos!
El buen Dios nos pone compañeros de camino, inesperados y atrevidos,
que nos susurran al oído,
que nos calientan el corazón,
que nos despiertan los sueños,
que nos tienden la mano...
Y se atreven a compartir con nosotros,
preguntas y dudas,
miedos y tristezas,
búsquedas y proyectos a lo largo del camino.
¡Abramos bien los ojos!, pues casi sin darnos cuenta, hay quien camina con nosotros despertando la confianza y la aceptación, impulsando nuestra vida y aliviando nuestras heridas. ¿No lo notáis? Mira a tu izquierda, mira a tu derecha, quizá seas tú mismo quien hoy eres aliento y compañero de camino para otro. ¿Porqué no? Ánimo, y recuerda, "Nunca caminaremos solos"
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