sábado, 28 de septiembre de 2013

TRIUNFO EN EL FRACASO...

Entiendo que de primeras, nos parezca una contradicción, algo absurdo, increíble  e incluso imposible. Pero he de advertirles que es una propuesta legítima y profundamente renovadora. Estamos demasiado acostumbrados a pensar el éxito, los buenos resultados, los logros obtenidos fruto de nuestro esfuerzo nos llevan a la felicidad tan deseada... Pero nadie nos hace caer en la cuenta en aquellos, que en ese proceso, dejamos atrás, nuestros heridos "de guerra" anónimos, nuestras víctimas "del fuego amigo", .... Aquellos que no siguen nuestro ritmo, que no alcanzan nuestros objetivos, que no disponen de los mismos medios que yo, o que no tienen la suerte de ser apoyados, ni acompañados como yo,... ¡Vamos!,  me refiero a los que llamamos "fracasados", los que abandonan, los que molestan (¡ya no saben cómo llamar la atención para recordarnos que siguen vivos!...), los ninguneados por el sistema que no ve en ellos posibilidades de éxito alguno...
Como educadores y acompañantes, estamos llamados, no sólo a mirar atrás para ser conscientes de esta realidad, sino  a caminar desde atrás y no dejarnos a nadie olvidado por culpa de una búsqueda desenfrenada del aparente éxito...
¿Pero se puede triunfar en el fracaso? Comparto con vosotros tres claves, que en mi modesto entender, nos presenta una visión alternativa, basada en el Evangelio, que hace posible esta singular experiencia.
Primeramente centrarse en recuperar a la persona. La experiencia de triunfar pasa necesariamente por una mirada especial al mundo que nos rodea. Una mirada cargada de misericordia, que es compasiva con la debilidad. Una mirada que nos permite ser cercanos y ofrecer apoyo a quien más lo necesita, sanando heridas, ofreciendo afecto, poniendo los medios para que recuperen esa confianza y autoestima, que en sus historias personales se las han robado, o están profundamente amenazadas. Restituir esa dignidad es un gran triunfo, fuente de una gran satisfacción, y que coloca a la persona en la "pole", dispuesta a reanudar esfuerzos.
En segundo lugar, lograr que sea protagonista de su vida y aprendizaje. Esto supone, dar a cada uno la oportunidad  de aprender de sus propios errores, y de ofrecer los recursos y estrategias de aprendizaje tanto personales como cooperativas, que le permita alcanzar con éxito sus objetivos.¿Cómo? entendiendo el aula como un espacio abierto no competitivo, donde la vida cotidiana no es una distracción ni obstáculo, sino una oportunidad de aprendizaje. Acogiendo y aceptando a cada uno como es, liberándonos de estereotipos y prejuicios, que acaban convirtiéndose en etiquetas demoledoras, que por cierto, bloquean todo esfuerzo e interés por el aprendizaje.  Así logramos personas apasionadas por la vida en todas sus facetas y liberadas de miedos, pues son conscientes que de todo se puede aprender.
Por último, personas así,  recuperadas y protagonistas, son capaces de desplegar todo lo bueno que hay en ellos. Son personas más consciente de su propia debilidad y de las situaciones difíciles les toca vivir día a día, saboreando los pequeños avances y compartiendo esos éxitos, que antes pasaban inadvertidos.
Se puede, no hay duda. Se puede triunfar en medio del fracaso. Solo es necesario estar presente, acompañar y no abandonar. ¿Acaso hay mejor victoria o éxito? Para mí no. Gracias.

2 comentarios:

  1. Una gozada, Natxo, me encanta que nos hayas recordado algo tan sumamente importante y actual. Me gusta mucho lo de los "heridos del fuego amigo" pasa demasiado, tanto plan, tanto proyecto que debe cumplirse ya mismo, nos ciega para ver que el éxito del plan deja muchos heridos en el camino... Me ha encantado y me hace reflexionar más y más.
    Un abrazo enorme, hermano.

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  2. Cierto Elena, bajo apariencia de bien, nos olvidamos que lo importante siempre son la personas... Gracias por compartir búsquedas e intuiciones, un abrazo.

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